Las difíciles relaciones entre el Reino Unido e Irán llegaron ayer a su punto de mayor tensión en décadas con la decisión del Gobierno británico de clausurar su embajada en Teherán y expulsar a la vez de Londres a todos los diplomáticos árabes. El ministro de Exteriores inglés, William Hague, ordenó el cierre inmediato de la legación iraní y dio un plazo de 48 horas a sus trabajadores para que salgan del país. Al tiempo, anunció que todos los funcionarios británicos han abandonado ya la república islamista.
Ésta fue la contundente respuesta del Ejecutivo de David Cameron al violento asalto del pasado martes a su fortificada delegación en Teherán, llevado a cabo por jóvenes islamistas radicales y del que el Reino Unido responsabiliza al Gobierno de Mahmud Ahmadineyad por no garantizar la seguridad de su misión diplomática.
En este sentido, Hague explicó que, debido a las políticas de derechos humanos y los programas nucleares de Irán, las relaciones de Teherán «son difíciles con nosotros y otros países», pero esto «nunca puede poner en juego la seguridad de los trabajadores».
Asimismo, insistió en que ese incidente supuso «una violación» de la Convención de Viena, que obliga a los Gobiernos a garantizar la seguridad del personal y las embajadas extranjeras en su territorio.
Con un lenguaje muy duro, el británico denunció que las autoridades iraníes no hayan protegido su sede, «algo por lo que cualquier nación se avergonzaría».
Hague relató que los manifestantes saquearon y arrasaron las casas de los empleados situadas en los alrededores de la residencia del embajador, destruyeron muebles, robaron y quemaron el principal edificio de oficinas. Ante esta situación, según la versión de Londres, la Policía árabe actuó «de manera tardía».
Poco antes, David Cameron había amenazado con medidas «muy duras» por un suceso que consideró un «ultraje». Hague, por su parte, explicó que se había cerrado la embajada británica en Teherán, después de haber evacuado a sus 24 empleados y sus familias, algo que no ocurría desde abril de 1997. En esa fecha, todos los Estados de la UE retiraron a sus delegados durante siete meses de la nación después de que un tribunal alemán acusara a los servicios secretos iraníes de participar en el asesinato de cuatro disidentes kurdos en Berlín.
El ministro aseguró que el cierre de su delegación «no es el final del problema» y agregó: «Si un país nos hace imposible operar en su territorio, no puede esperar tener una embajada funcionando aquí».
La tensión entre ambas naciones ha ido aumentando desde que el pasado día 21 Londres decidiese suspender todas las transacciones financieras con los bancos iraníes por su programa nuclear.
