Valentín S.A., de 51 años, recaló en Segovia hará unos cuatro años, aunque fue a principios de 2012 cuando empezó a habitar una cueva situada en el paraje de El Tejerín de esta capital.
Con coleta y con gafas, con una mochila y con una gorra, así le recuerdan muchos vecinos del Cristo del Mercado a cuya parroquia acudía a pedir con asiduidad. De eso vivía desde que llegó a Segovia, de la mendicidad. Compraba pan y leche en el supermercado de Día en el paseo Conde de Sepúlveda, antes de subir por Las Lastras hacia la oquedad que le servía de vivienda. Una cueva que bien pudo utilizarse en la guerra civil para resguardarse de los bombardeos y que ha estado ocupada, desde entonces, de forma intermitente.
Quienes le trataron hablan de él con afecto y respeto. Dicen que se trataba de una persona culta por lo que su cueva estaba llena de libros, entre los que figuraban algunas enciclopedias antiguas. Los ejemplares se encontraban perfectamente dispuestos en unas estanterías que él mismo había confeccionado.
Valentín escribía habitualmente. En alguna ocasión incluso se había acercado hasta el Ayuntamiento de la capital con el fin de que le editaran algún libro.
Un hecho pudo cambiar el destino de Valentín. Sin hijos que se le conocieran y tras cuarenta años sin hablarse ni con su padre, ni con su madre, lo que deja claro por qué ningún familiar reclamó su cadáver, conoció antes del verano a T.S.A., de 38 años, a quien invitó a compartir su cueva.
La llegada del nuevo inquilino supuso un antes y un después en las condiciones de habitabilidad de la galería. T.S.A. adecentó la cueva. Enyesó el echo y las paredes, construyó una puerta y unas ventanas, e incluso instaló pallets en el suelo. T.S.A. procuró incluso a Valentín un camping gas. No obstante, su presencia en la cueva no era constante. Hay quien comenta que tras el verano se marchó a la vendimia.
¿Qué ocurrió entonces para que Valentín apareciera muerto de forma violenta el miércoles 9 de enero? Eso es lo que se encargó de investigar el Cuerpo Nacional de Policía, cuyo comisario jefe, Juan Jesús Arranz, y el inspector jefe de la brigada de Policía Judicial, Andrés Cerezo, en compañía de la subdelegada del gobierno, Pilar Sanz, explicaron en una rueda de prensa días después . Entre otras cosas, desvelaron que T.S.A. tenía antecedentes penales por delitos relacionados con acciones “muy violentas”, aunque ninguno de ellos cometido en esta capital-.
Hace solo unos días que se realizó el acta de imputación de los hechos. No resta mucho por lo tanto para que la Fiscalía Provincial redacte sus conclusiones provisionales y califique lo sucedido, un escrito cuya elaboración está solo a falta de conocer algunos análisis sobre la investigación.
El Ministerio Público podría acusar a T.S.A. de homicidio o incluso de asesinato, al entender que concurrió alguna agravante. Para acabar con la vida de Valentín podría haber utilizado una piedra o bien alguno de los instrumentos de albañilería que paradójicamente empleó para mejorar la habitabilidad de la cueva que compartía con el fallecido.
