Parece que las fisuras que se han abierto entre los dos principales partidos a raíz de la polémica sentencia del Constitucional quieren ser aprovechadas por ETA para hacer saltar por los aires no un coche o una terminal, sino el pacto antiterrorista y el Gobierno vasco. Solo así se explica la provocación, a todas luces planificada, del pistolero Ander Errandonea Arruti, que junto a Estanislao López Agiriano formaba parte del comando Irrintzi en los 80 y que, al salir de prisión, exhibió una pancarta en favor de Bildu, en la que se pedía el voto. Ambos etarras quedaron ayer en libertad tras 25 años entre rejas.
Tras abandonar el centro de Herrera de La Mancha (Ciudad Real) a las 10,40 horas, el antiguo recluso se encontró a una veintena de familiares y amigos que portaban ikurriñas y carteles con el lema Presos a casa en euskera, y que lanzaron gritos de apoyo a los reos de la organización. Mucho menos espectacular fue el recibimiento hecho a López Agiriano, que abandonó la prisión de Castellón I pasadas las 09,00 horas.
Con estos dos terroristas, entre abril y mayo de este año han salido a la calle cinco condenados por su vinculación con la banda armada, entre ellos José María Sagarduy, alias Gatza, el interno más antiguo de la banda asesina, que pasó casi 31 años entre rejas.
López Agiriano fue juzgado en 1986, cuando tenía 19 años, y condenado a 30 años de prisión, pero con la reforma del Código Penal el tiempo máximo de cumplimiento para el delito de pertenencia a un grupo criminal pasó a 25 años. Él y su compañero fueron detenidos el 17 de mayo de 1986 por la Guardia Civil en una operación en la que se dio por desmantelado el grupo, y se incautaron armas, granadas y diverso material explosivo. La operación se produjo pocas horas después de que los criminales ametrallaran un camión francés.
Fiel devoto de los dictados de sus jefes
La tesis que avala la más que posible orden de la cúpula del entramado terrorista a Errandonea es que, a lo largo de su cuarto de siglo entre los muros de casi 10 centros penitenciarios -algunos de ellos reservados al sector más duro-, siempre adoptó una actitud sumisa hacia sus jefes, cumpliendo la férrea disciplina que ETA impone a sus internos, obedeciendo fielmente todas sus indicaciones y participando en sus reivindicaciones, según informaron fuentes penitenciarias, que añadieron que era muy común verle envuelto en protestas como ayunos, chapeos (negarse a salir de sus celdas), encarteladas (pegar carteles) o el envío de escritos de protesta a la dirección de la cárcel, entre otras acciones.
Asimismo, jamás solicitó trabajos remunerados en prisión, tal y como establece la banda al entenderlo como algo propio de reos comunes, y no para la autodefinición de presos políticos que se otorgan los terroristas. Con todos estos datos, no cabe duda de que la exhibición de ayer obedece a una orden dictada por ETA.
Desde luego, si lo que pretendía era ahondar en la herida abierta entre populares y socialistas, lo logró, ya que solo el portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, se manifestó al respecto, expresando su «profundo rechazo», al tiempo que apuntó su convencimiento de que la Abogacía del Estado analizará su actitud. Resulta evidente que el tema estrella de la campaña es Bildu y la política antiterrorista, y la banda asesina quiere que Gobierno y PP sigan enzarzados en sus ataques.
Por otra parte, desde Génova, se dio libertad a sus dirigentes para que puedan acudir si quieren, a título personal, a la marcha que este sábado han organizado las víctimas del terrorismo en Madrid contra la presencia de Bildu el 22-M. Mayor Oreja y Cosidó estarán.
