El polifacético artista y creador Carlos Saura presentó ayer su nuevo trabajo, ‘Zonda, folclore argentino’, un canto con el que busca rendir homenaje a Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui y que ofreció fuera de concurso en la Sección Oficial de la 60 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). El proyecto, que nace de una propuesta llegada desde Argentina de acuerdo con su productor español, se gestó durante un viaje de prospección de diez días por el noroeste de Argentina que le permitió “empaparse” de ritmos y sonidos de aquel país para después “tratar de hace algo nuevo y distinto”, lo que le llevó a aclarar que su último trabajo no sería un documental ya que cuenta con parte “inventada” o recreada.
“Hemos cambiado cosas, sobre todo de matiz”, explicó en rueda de prensa antes de incidir en que ha querido que se bailaran cosas que no se bailan (solo se cantan) por su fascinación por el baile, por el movimiento corporal, a lo que sumó su interés por reivindicar en la cinta la cultura india, de la que “nadie” quiere hablar en Argentina y que “está desapareciendo”. Junto a esa reivindicación por lo indio estuvo el homenaje a Mercedes Sosa y Atahulpa Yupanqui, que compartieron cárcel y que serían dos de los principales nombres de la música de aquel país, en el que ya ha realizado tres trabajos a lo largo de su carrera: ‘El Sur’, basado en un cuento de Borges, ‘Tango’, que le llevó a vivir casi un año entero en Buenos Aires, y ahora ‘Zonda’.
“Nunca me he sentido extranjero en Argentina ni en México… siempre que ha trabajado en Latinoamérica me he encontrado como en mi casa”, confesó antes de recordar su gusto infantil por el flamenco y las canciones populares y el papel que el cine musical tiene en su vida.
Prueba de ello es que no hay ninguna película con firma Saura que no sea musical, elemento que tiene una “importancia decisiva” y que tiene sus orígenes en la dedicación de su madre al piano, al que se dedicó profesionalmente unos años hasta que se casó y dejó el piano por sus hijos. “Todos los días escuchaba tocar el piano en mi casa, tanto en la guerra como en la postguerra”, rememoró antes de referirse a las épocas sin música y al acompañamiento orquestal que le hacía a su madre, quien se “negó rotundamente” a que ninguno de sus hijos tocara un instrumento, lo que para él supondría un “trauma”.
En el mundo del cine musical y también del operístico se inició de la mano de ‘Bodas de Sangre’, proyecto al que inicialmente renunció previendo una estética poco de su gusto y al que finalmente accedió tras “recuperar” la nostalgia. Tras este fueron ‘Carmen’, ‘El Amor Brujo’ y otras con o sin argumento en este sentido.
Pese a su frustración por necesitar ayuda para leer una partitura (su productor dice que lo suyo es poesía visual y cree “increíble” su capacidad para generar música con imagen, movimiento y luz), no ceja en su empeño por mantenerse en la senda del cine musical y trabaja en otro sobre la jota que comenzará a rodar en noviembre. Este proyecto, del que habló hace unos años en la Seminci y que es fruto también de la reivindicación de sus paisanos, que le demandaban jota ante tanto flamenco, fado o tango. De esto modo, Saura continúa en su propio estilo.
