En este año tan atípico en todo, la asociación ‘Correa de Arauxo’ de amigos del órgano de Segovia no ha querido que se pase por alto su tradicional ciclo de órgano en la ciudad. Esta dedicatoria a Correa de Arauxo, no es baladí, fue el organista más importante que ha residido en la ciudad y que murió en una casa del barrio de la canonjía, el actual nº19 de la calle Daoiz. Está enterrado en la catedral, a la izquierda entrando por la puerta del Perdón, al lado de la capilla de la Concepción.
Es una asociación muy trabajadora que, dedicada a la divulgación del órgano, tiene una larga historia de buenos conciertos en la provincia.
Lo primero de todo hay que dedicar un recuerdo a Joaquín Lois como artífice de la restauración del órgano del Evangelio. Ha quedado un instrumento fiel a su época de construcción, 1770, desde entonces, tras múltiples intentos de ir adaptándolo a los gustos de las distintas épocas, su sonido original había quedado totalmente modificado. Ha sido un gran logro que vuelva a la pureza de la época constructiva. Un gran instrumento de Pedro y José de Chavarría nietos del constructor del de la epístola.
El programa del concierto preparado por el maestro José Luis Echechipia tenía tres partes, la primera traía una buena presentación, una sonata de José Lidón, seguida por unos versos sobre el ‘Pange lingua’ y ‘Sacris solemniis’ de José Ximenez y Juan Bautista Cabanilles y completada con un fragmento de una suite para órgano ibérico de título C.O.R.R.E.A. del mismo organista y compositor, José Luis Echechipía.
Esta primera parte se finalizaba con una pavana anónima entre los dos órganos, con José Luís Echechipía en el del Evangelio y Ángel Montero en el de la Epístola, primera ocasión fantástica de poder escuchar ambos órganos a la vez.
La segunda parte era desde el lado de la Epístola aunque la cuarta obra era, de nuevo, con los dos órganos. Un tiento de falsas de cuarto tono de Juan Bautista Cabanilles, seguido por un tiento de meio registro alto y una batalla de sexto tono de José Ximénez, seguida de un anónimo muy solemne, el Bayle del Gran Duque para dos órganos, esta vez con José Luís Echechipía en el órgano de la Epístola y Ángel Montero en el del Evangelio.
La tercera parte era desde el lado del Evangelio y traía una tocata de Juan Bautista Cabanilles para la mano izquierda de quinto tono.
Un excelente ‘El ángel dormido’ de Luis Pedro Bráviz Coarasa, con unos sonidos poco usuales y gratamente sorprendentes en un concierto de órgano de estas características, para finalizar con un anónimo con tres zarabandas.
Un gran concierto de la asociación ‘Correa de Arauxo’ y un gran acierto y un lujo tener ya los dos órganos en la mejor forma posible y frente a frente.
Texto: Rafael Aznar.
