Al fin parece que ha cundido el sentido común y la Junta de Castilla y León ha atendido la insistente reclamación de varias localidades, sobre todo del medio rural, reivindicando sus derechos a una asistencia sanitaria suficiente para lo que durante algún tiempo han venido expresando su malestar por las deficiencias mediante pancartas y manifestaciones no tumultuarias ni violentas que, por lo que se ve, han fructificado en la decisión de la Consejería de Sanidad y la Gerencia de Asistencia Sanitaria de volver a la reapertura de los consultorios locales de la provincia. Aunque a decir verdad la cosa no pinta tan risueña si se tiene presente un vicio oculto como viene a ser la prevista frecuencia de las consultas: en poblaciones de menos de 100 tarjetas, 1 día a la semana; de 101 a 200, 2 días a la semana; de 201 a 500, 3 días a la semana y de más de 500, consulta diaria. Como quiera que de los 209 municipios de nuestra provincia, 57 son núcleos de menos de 100; 60 entre 101 a 200; 42 entre 201 y 500 y 51 de más de 500 deduzcan cuál es la situación. En mi opinión, no obstante, esto viene a significar dos posturas –si bien encontradas en el fondo- han derivado en un entendimiento civilizado.
Por un lado, la de la Junta atendiendo las reivindicaciones del medio rural para que retornase el servicio asistencial sanitario que nunca debió excluirse allí, precisamente, donde menos medios cuenta la población. El hecho de abrir esos consultorios, aunque sea con una mínima dotación del profesional en el que pueden descargar sus patologías los habitantes de esos pueblos, significa que se reconocen los derechos de los que reclamaban por un servicio de primera necesidad. Bien.
La otra postura habrá de referirse a la persistente reclamación –que consideraban justa los afectados por la supresión- sustentándose en expresiones civilizadas y correctas con que hacer oír su voz. Postura insistente pero razonable que ha demostrado también que la ciudadanía no viene a ser tan pasiva como a veces se le censura ni que haga falta quemar contenedores ni cortar carreteras para reivindicar aquello que consideran de justicia. Bien también, pero reconociendo las enormes dificultades que se tenían –y supongo que siguen dándose- para contactar telefónicamente solicitando asistencia: dificultades que in extremis llevaron al óbito de una paciente de Espinosa de los Monteros (Burgos, como podía haber sido en nuestra provincia) a quien le fue imposible lograr una cita presencial con su médico de cabecera en su Centro de Salud.
Quedan pendiente, sin embargo, dos flecos que tendrán que laminarse en su día para completar el círculo de la asistencia sanitaria correcta: las dificultades que encontrarán los ciudadanos para intentar su cita previa presencial mediante las nuevas tecnologías. Eso será sin duda un hándicap para esa gente; e igualmente el hecho de que se reduzcan los horarios de asistencia que aun reconociendo que era un lujo desmedido semejante dotación facultativa durante tantas horas en centros que quizá no precisaran tanta oferta, no estaría de más tenerlo presente para cuando mejoren las actuales circunstancias.
En cualquier caso, destacar, como hecho positivo, la reapertura de la totalidad de los Consultorios Médicos de la provincia como se venían reclamando por la ciudadanía y un signo de justicia social garantizar así la asistencia sanitaria a un buen número de pobladores del medio rural tan necesitado de que se escuche su voz.
