Las fuerzas iraquíes concluyeron ayer la toma de la antigua sede de Gobierno local en Ramadi, el último bastión de Estado Islámico en la ciudad, tal y como informó el Ejército de Irak.
Este asalto final se trata de la culminación de la operación para arrebatar a los yihadistas el control de la ciudad, que asumieron el pasado mes de mayo, en lo que supuso uno de los mayores reveses para el Ejército iraquí desde la aparición de la organización.
La ciudad llevaba semanas rodeada por las fuerzas gubernamentales y bajo el intenso bombardeo de los aviones de la coalición internacional liderada por Estados Unidos. Finalmente el Ejército inició el martes 22 de diciembre la ofensiva final y este domingo ha conseguido hacerse con el control de la sede del gobierno regional, último reducto del autodenominado Estado Islámico.
“La toma de la sede de gobierno significa que los hemos derrotado en Ramadi”, destacó un portavoz militar. “El siguiente paso es limpiar las bolsas que puedan existir por la ciudad”, apuntó.
La televisión pública difundió imágenes de militares, todoterrenos y carros de combate avanzando por las calles de Ramadi, llenas de escombros y restos de los edificios derrumbados, y donde algunos barrios parecen haber quedado totalmente destruidos.
La ciudad, capital de la provincia de Anbar —de mayoría suní— se encuentra a solo dos horas en coche de Bagdad y su reconquista se conviritó en la máxima prioridad a corto plazo del Gobierno iraquí tras su exitoso contraataque en la ciudad de Tikrit, de la que expulsaron en abril a los terroristas.
En la televisión también se retransmitieron imágenes de celebraciones en las ciudades de mayoría chií situadas al sur de Bagdad, con bailes en las calles y banderas iraquíes ondeando desde los coches, sin que por el momento haya trascendido el número de bajas civiles provocadas por la intensa batalla.
