Siguiendo su particular vía crucis, los trabajadores de La Casona del Pinar se manifestaron ayer por El Espinar —desde el Ayuntamiento hasta su lugar de trabajo, en San Rafael— para mostrar su total rechazo al cierre de las instalaciones, una medida que conllevará el despido de la totalidad de la plantilla, integrada por 47 personas. “La Casona no está muerta, la están matando”, se leía en la pancarta que abría la manifestación. Un poco detrás, otra, con el mensaje principal: “No al cierre de La Casona”.
Desde que los trabajadores conocieron la intención de la Fundación Siglo, de la que ahora depende La Casona, están viviendo “un calvario”, que ayer quisieron hacer partícipe al vecindario de El Espinar, con la intención de sumar apoyos a su causa. Y los vecinos no fallaron. Los trabajadores recibieron aplausos y gritos de ánimo… aunque ninguna buena noticia sobre su futuro laboral. La situación sigue estancada.
Fue el marquesado de Cañada Honda quien, hace ya muchas décadas, donó al Estado la finca donde se ubica La Casona. Durante años, los sindicatos se encargaron de su gestión. En tiempos de escaseces, allí pasaron sus vacaciones de verano infinidad de familias de obreros, siempre y cuando hubieran ganado previamente el sorteo organizado al efecto. Con la creación de las autonomías, La Casona pasó a la Junta de Castilla y León.
El alojamiento, con la calificación de “residencia de tiempo libre” — a efectos prácticos funcionaba como cualquier otro establecimiento hotelero—, supo sortear las dificultades propias de cada momento, alcanzando épocas gloriosas, como cuando en 2002 registró 60.000 pernoctaciones. “La crisis nos ha afectado, como a todos, pero seguíamos con un buen nivel de ocupación”, decía ayer un trabajador. En 2012, por La Casona pasaron cerca de 20.000 personas. “El nivel de satisfacción de los clientes es muy alto, yo diría que rayando el entusiasmo”, insistía el mismo empleado.
La Fundación Siglo, a la que se transfirió La Casona desde la empresa pública SOTUR (Sociedad de Promoción del Turismo de Castilla y León S.A.) tiene otra visión. “Nos dicen que entre sus competencias no entra este tipo de centros, que tenemos pérdidas económicas y que hay que cerrar”, señalaba la presidenta del comité de empresa, Carmen Roldán, para después reclamar el “regreso” de los empleados a la Junta, esgrimiendo a favor de esa tesis que “cuando nos transfirieron a SOTUR firmamos una cláusula que decía que si esa sociedad se extinguía volveríamos a la Junta”.
En el ánimo de los trabajadores se apreciaba ayer su indignación con la Administración Regional. “Nos sentimos como un hijo no deseado. A nosotros nos deja de lado (la consejera de Cultura y Turismo, Alicia García) y luego saca la cara por los Paradores”, declaraba Roldán. El enfado con la Junta viene de lejos. “Han estado muchísimos años sin invertir aquí, y cuando anunciaron que lo iban a hacer, el proyecto Zink acabó siendo un fiasco”, añadía la presidenta del comité de empresa. El proyecto Zink, de innovación hotelera, nunca se llevó a cabo y, en el caso de La Casona, generó un grave perjuicio, pues obligó a inutilizar 40 habitaciones, un hecho que, en opinión de los trabajadores, ha acabado provocando pérdidas económicas al alojamiento.
Si ayer hubo manifestación, hoy los trabajadores han convocado una concentración, ante el Ayuntamiento de El Espinar, a las 12,00 horas. El futuro está oscuro, pero… “Vamos a seguir luchando por un proyecto que es viable y se quieren cargar; seremos como el ave Fénix, que resurgió de sus cenizas”, concluía la presidenta del comité de empresa.