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«¿Apartamentos turísticos? Ni partidaria ni contraria, el capital no es ajeno a esto»

por S.G.H
17 de agosto de 2020
en Segovia
La concejala, en un despacho de la Casa de Abraham Senneor, sede de la Concejalía de Turismo, su centro de trabajo desde hace 13 años. / Kamarero

La concejala, en un despacho de la Casa de Abraham Senneor, sede de la Concejalía de Turismo, su centro de trabajo desde hace 13 años. / Kamarero

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Mediada la semana pasada, Claudia de Santos (Muñoveros, 1952) anunció que renunciaba al acta de concejal por motivos estrictamente personales y después de una decisión muy meditada. Deja atrás 13 años como edil en los que ha asumido en diferentes etapas responsabilidades como el Patrimonio Histórico, Turismo, Urbanismo y desde hace un año Transportes, Tráfico y Movilidad. Cuenta que se acercó al despacho de Alcaldía y, a solas con Clara Luquero, “simplemente le dije que me iba” y ella contestó que lo respetaba “si era una decisión tomada y ella me conoce de sobra como para saber que lo es”. Lloró, es posible que las dos lo hiciesen porque la alcaldesa “también es de lágrima fácil” y porque la todavía edil del Grupo Socialista asegura que “fue una declaración de amor, yo a Clara la quiero y fue un momento duro y creo que honrado”.

— ¿Esperaba la repercusión que ha tenido este anuncio?
—No. Realmente estoy absolutamente sorprendida por la ola de cariño, ha sido tremendo. Estoy un poco abrumada porque no creo que merezca tanto. No tengo en absoluto conciencia de haber estado arrastrada, trabajando. He disfrutado muchísimo y ya está.

— También hay alguna reacción, por ejemplo de la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Noemí Otero, que critica que no se conozcan los verdaderos motivos.
—Hombre claro, pero son personales. No tienen que conocerse.

— Si son personales, ¿cómo han cambiado tanto esas circunstancias de un año a otro?
— Lo expliqué. No hay una razón, hay una suma de razones. Hay un sumatorio y de repente: Pum.

— ¿Perder una Concejalía o una delegación tan atractiva en Segovia como es la de Patrimonio Histórico en este mandato qué ha supuesto?
— Por supuesto una pérdida con su duelo. Toda pérdida conlleva un duelo. Fue duro pero entiendo que si uno está en un equipo pues se adapta a lo que ese equipo decide.

— ¿Qué le dijo a la alcaldesa cuando supo que no iba a llevar esa área?
— Peleé por ella pero no lo conseguí y punto.

– ¿Por qué?
— No lo sé. No depende de mí. Imagino que ve las capacidades del equipo y en función de eso decide.

— ¿Si hubiera mantenido Patrimonio Histórico seguiría en el cargo?
— No lo sé. No, no quiero vincular la decisión de irme con perder Patrimonio porque entonces no habría entrado en el equipo.

— Pero asumir Tráfico sí supone una competencia a la postre importante, dificultosa, y cuando no es por la movilidad es por las quejas de ciudadanos, que nunca están de acuerdo con el tráfico. Es una delegación especialmente dura ¿no?
—Bueno, pero es un momento especialmente interesante. Todas las ciudades europeas en este momento y digo europeas porque son la referencia cultural más cercana, están haciendo grandísimas modificaciones en movilidad, apuestas muy importantes por generar zonas de bajas o cero emisiones, digamos de quitar el coche del corazón de la ciudad. La ciudad nace como espacio de comunicación. Ciudadano es el que sale y se relaciona.

— ¿Está de acuerdo con el proyecto de peatonalización durante este mandato corporativo?
— Absolutamente.

— ¿Se llevará a cabo en el mandato?
— No lo sé. Imagino que sí pero no soy adivina. Entiendo que sí.

— ¿Ha tenido algo que ver el último episodio del aparcamiento de Ezequiel González en la renuncia?
— Me molesta mucho esa tergiversación de la realidad; es decir, se ha generado porque todos sabemos que en general la gente se queda con titulares o tampoco se profundiza mucho, pero vincular una decisión como esta a la supuesta pérdida de empleo, cuando hay una relación laboral con una empresa, no tiene sentido. A mi modo de ver es demagogia pura. Se ha generado una situación que es absolutamente irracional y que los partidos han seguido a pesar de que cualquiera entiende esa irracionalidad. En el fondo es o trabajamos para el Ayuntamiento o beneficiamos a la empresa. Ningún parking se está gestionando así en todo el mundo. Fue duro pero yo ya fui lógicamente con el sapo bien tragado al último pleno.

— ¿Cómo califica la actitud de Podemos en este asunto?
— No voy a calificar nada. Cada uno es responsable de sus ideas, de sus actos. Procuro no juzgar jamás porque odio que me juzguen.

— ¿Se ha sentido respaldada por la alcaldesa y por el resto del equipo?
— Sí, sí.

— ¿Habrá estabilidad en lo que resta de mandato?
—Creo que sí. Conozco a la gente y sé que hay algo por encima de las ideologías y la necesaria divergencia y diversidad política, que es la ciudad. Tendemos a ver los ‘noes’ y no se ven o se ven menos los ‘síes’. Me he sentido siempre absolutamente comprendida y valorada por la oposición. No he tenido nunca el sentimiento de contrarios sino de colegas, compañeros que piensan de otro modo. Creo que hay gente muy responsable y muy capacitada en todos los grupos. Se respira, se sigue adelante y no pasa nada. Nadie es insustituible, en absoluto.

— ¿Puede explicar las claves internas de la polémica causada por la escultura del diablillo?
— El resultado final es la campaña promocional más amplia que ha hecho esta ciudad. Nunca jamás hubiésemos tenido dinero para pagar la cuarta parte de lo que supuso aquella campaña, y todo nace porque un grupo de personas recoge firmas en contra y se amplifica y se llega a hablar de turismo satánico. Eso al final llama a los medios y es un globo que se hincha. No pasó nada más que eso.

— ¿Entonces es partidaria de esa publicidad por generar polémica?
— Nooo. El diablillo no se puso para generar polémica. Se puso y se generó una polémica que tuvo como resultado una campaña publicitaria para la ciudad, del conocimiento de la ciudad en lugares insospechados. Si ahora pones diablillo de Segovia te pueden salir páginas en swahili. Es así. Pero nadie buscó esa polémica

— Pero no se arrepiente de la polémica.
— No. Cómo me voy a arrepentir si no tengo ninguna responsabilidad.

— Alguna tendrá si la causa fue poner el diablillo
— Pero es algo aprobado por todas las instancias municipales.

— Con la polémica surgieron odiadores, y no es la única vez. Nunca ha querido entrar en el asunto, ¿quizá ahora?
— Hombre, hay uno oficial que tengo metido en un armario desde hace muchos años y ni siquiera le saco a orear, ahí está apolillado.

— ¿Cómo ha llevado esos ataques a veces tan personales y viscerales?
— En un par de ocasiones he tenido que buscar abogado porque no tengo que soportar que alguien ponga mi nombre en Facebook y aparezca de gogó nazi con Auschwitz entre las piernas. Ha habido lógicamente en estos años momentos duros. Ese es uno. El más fuerte sin duda pero bueno…

— ¿Y los mejores momentos?
— Hay muchos

— Elija uno.
— Pues mira, el día que quitamos un jergón encima del Arco de San Cebrián, que cortaba el paso del adarve hacia la Misericordia o el día que se inauguró el Museo Peralta. No sé, hay muchos. Quizá de lo mejor en relación con el Acueducto es que la gente ya sabe que tiene 16 kilómetros porque hasta hace muy poquito tiempo era como un chiste que yo uso mucho de un turista que le pregunta a un propio ¿por dónde se va al Acueducto? y le responde: siga usted para abajo y donde vea que pone Mesón de Cándido, ahí está el Acueducto. Me voy orgullosa de esa ampliación del concepto de Patrimonio Cultural.

— ¿Y alguna espinita que tenga por un proyecto que le hubiera gustado acabar?
— Esto mismo (muestra un documento de los planes de sostenibilidad turística en destino del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo). Son cuatro millones y hay un apartado específico de lo que llama destinos culturales maduros y nombra exactamente a las Ciudades Patrimonio de la Humanidad.

—Sobre la polémica en torno al PEAHIS y el Colegio de Arquitectos ¿qué opinión tiene? porque también fue concejala de Urbanismo antes de su aprobación.
— Cada uno está legitimado a tener sus creencias y a explicarlas en público. En este caso es alguien que representa al Colegio de Arquitectos y creo que al cuestionar ese órgano realmente lo que hace es poner en cuestión todo el proceso en el que yo he vivido los últimos coletazos pero que ha sido largo y trabajoso y ha tenido una cosa fantástica y no  muy habitual en esta ciudad: el trabajo codo con codo de la Junta y el Ayuntamiento. Hay mucho trabajo detrás, muchísima ilusión. Insisto, con el mayor respeto, porque cada uno es muy dueño de mostrar sus opiniones, pero en este caso me parece que no hay fundamento ninguno. Entiendo que en último término es un ataque no solo al Ayuntamiento sino a la Junta también. Pero es un golpe bajo.

— En el PEAHIS introdujo una limitación o control de los apartamentos o viviendas turísticas para evitar que el centro histórico se convierta en un escaparate turístico pero sin vida. ¿Se conseguirá mantener vivo el recinto amurallado?
— Este es un tema con muchas aristas porque lógicamente un casco tiene que estar vivo pero para eso tiene que haber condiciones de habitabilidad, de movilidad. Hay que dar vida al casco y eso implica un trabajo en un concepto mucho más amplio que quitar el tráfico, por ejemplo. Dicho esto hay defensores, y hay mucha experiencia en este asunto, de los apartamentos turísticos como única medida en muchos casos de dar función a casas o edificios que son absolutamente invivibles en las condiciones que se marcan. En muchos casos es un medio para darles una función y generar vida y recursos en el casco. El problema es el mismo que Aristóteles ya vislumbró del término medio, esa equidad entre un casco vivo y un casco turistificado que no quiere nadie porque pierde su esencia. Es complejo.

— ¿Entonces es partidaria de las viviendas turísticas en el casco histórico de Segovia?
— Toda la vida ha habido pensiones, por ejemplo, pero no he dicho que sea partidaria y no he dicho que sea contraria. Ni una cosa ni la otra. Es un tema con muchas aristas y el organismo responsable, en este caso la Junta, tiene que abordarlo y está trabajando en ello. El Ayuntamiento puede hacer algo pero no hay una normativa…

— El Ayuntamiento sí puede poner todas las limitaciones que considere oportunas con ordenanzas o regulación urbanística.
— Como se ha hecho en el PEAHIS. No es lo mismo en una casa de vecinos tener en el primero y en el tercero turistas que un edificio entero dedicado, como pueda ser un hotel, con otro modo de alojamiento. De hecho, lógicamente el capital está entrando en los apartamentos turísticos. Lo que en un principio era economía colaborativa se ha convertido en muchos casos en puro mercado. El capital no está de espaldas a estos fenómenos.

— Llama la atención el potencial de Segovia con el turismo de congresos y, sin embargo, la ciudad todavía no tiene un palacio de congresos. Aunque por la Covid-19 no sea el momento, pensando en el futuro, ¿cómo analiza esa carencia?
— Ha sido absolutamente ascendente el trabajo de la Segovia Convention Bureau. Lo que ocurre es que yo creo que en la ciudad hemos sido capaces de hacer de la necesidad virtud. Hoy por hoy Segovia tiene una oferta para turismo de congresos tremendamente diferencial del resto, de otros destinos. Puedo poner ejemplos: se puede tener un cóctel en el Esteban Vicente, o celebrar reuniones en el Torreón de Lozoya. Tenemos un listado de espacios que, a las pruebas me remito, han tenido muchísimo éxito. En este momento todo está parado pero yo no he echado en falta específicamente un gran palacio de congresos. Es más, si viniese un congreso grande tendríamos un problema porque no tenemos donde alojar. Hay que ser coherentes con nuestros recursos. Segovia es una pequeña gran ciudad y honradamente creo que tenemos que vender eso porque es una fortaleza, un destino, una ciudad donde todavía se vive el dulce vivir que se dice, donde todavía es posible recuperar esa dimensión humana que hizo posible la ciudad.

— En cuanto a la oferta complementaria, el reto son las pernoctaciones porque crecen pero poquito.
— Habíamos crecido mucho mucho en los últimos años, en 2019 liderábamos el crecimiento en pernoctaciones en la región. Me da rabia hablar en pasado pero estábamos, creo recordar, en 1,74 noches por viajero en la ciudad. En un destino a tiro de piedra de Madrid, de Valladolid, lograr ese salto supone que efectivamente ya no somos un destino excursionista. Hay cada vez más gente que se queda dos, tres, cuatro días.

— ¿Cómo juzga la oferta hotelera?
— Creo que el año pasado la ocupación media estuvo entre el 60% y el 70% y, por supuesto, fines de semana, puentes y demás, completo. Por supuesto, con la pernoctación hay otros temas que influyen. El de la cercanía es uno pero los precios también y esos dependen lógicamente del mercado, de empresas.

— Parecen precios adecuados a la oferta.
— Pero hay destinos cercanos donde los precios son más baratos a igual calificación de hotel.

— ¿Entiende la turismofobia que ha hay en ciudades como Barcelona?
— Claro que lo entiendo. Está claro que cuando una ciudad pierde su esencia deja de ser ciudad. Vivimos en una época donde tú te puedes acostar en el mismo hotel independientemente de que estés en Kuala Lumpur o en Sevilla porque los NH son NH en cualquier sitio y te puedes comprar el mismo biquini de Zara en Kuala Lumpur o en Sevilla. Lo que quiero decir es que a esas fuerzas tremendas que están en el ambiente, que tienden a homogeneizarnos a todos: a vestir igual, a comer igual, a movernos igual, a hacer turismo de broche, de muesca en el cinturón… de tantas ciudades visitadas; así se venden los cruceros, y siempre que hay una fuerza surge otra que se opone. Por eso creo que es muy importante trabajar la singularidad, esa esencia, y hay que generar orgullo ciudadano de lo que somos, de lo que hemos sido, qué valores representamos, qué nos han legado, qué tenemos que transmitir. Hubo un tiempo que hablaba de las ‘h’: la humildad, la honradez, la hospitalidad… Eso es lo que hay que validar porque son fuerzas que se oponen a esa homogeneización tremenda que genera clones turísticos. Esta ciudad tiene mucha más capacidad de carga. El problema es que el turismo lo tenemos encapsulado en el eje Acueducto-Catedral-Alcázar.

— ¿Cómo se rompe esa dinámica?
Pues difícilmente. Una forma es esponjar flujos turísticos. Intentar por todos los medios llevar a la gente por otro lado y de hecho algunas de nuestras visitas ya suben por la calle de San Juan y luego bajan, o no, por la Calle Real. Otra forma es crear recursos turísticos dispersos, no crearlos en ese eje.

Claudia de Santos tiene un pequeño cajón en su despacho, donde ha metido unos pocos objetos personales: sus toros “de feria” –es sabida su afición por lo kitsch– el Quijote, los Beatles… Se le ilumina la mirada cuando habla de su huerta o de su lugar de la ciudad, la Hontanilla, en el valle, o en altura el adarve del Arco de San Andrés: “una definición fantástica de la ciudad”, dice. Saca del cajón un libro regalo de sus alumnos de su etapa de maestra; se emociona al repasarlo y cuenta que no sabe bien qué hará a partir de ahora: mucho por leer y por escribir, quizá termine un libro de relatos y mucho antes una colcha de remiendos que tiene muy avanzada.
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