El play off nunca es fácil, y la Segoviana puede contar un buen número de historias acerca de ello. La que escribió en la sofocante tarde/noche del sábado acabó con final feliz, puesto que el 0-0 con el que terminó el partido frente a la Arandina le clasificó para la final, pero lo cierto es que el último renglón del cuento bien pudo haberse torcido, acabando la historia en un buen disgusto.
Llegaban los dos conjuntos al encuentro con una premisa clara: Nada de errores. Pero tanto Segoviana como Arandina salieron al campo con algo más que unos pocos nervios, y a poco de iniciarse el choque un mal control de Javi Marcos le dejó el balón muy claro a Rubo, que desde la frontal envió su vaselina sobre Christian un poco más alta de lo que él hubiera deseado. Apenas un minuto después, Borrego aprovechó la defensa adelantada de la Arandina para recoger un rechace en largo de Rui, y plantarse solo ante Carmona. El portero burgalés rechazó el mano a mano y los desfibriladores volvieron a su sitio.
Estos dos errores vinieron a refirmar tanto a Manu González como a Álex Izquierdo en la necesidad de no conceder ni una sola ocasión al rival, por lo que el partido se metió rápidamente en una dinámica de balón por el aire, con sus respectivos rebotes y rechaces a la espera de que uno de ellos favoreciera al atacante y no al defensor.
Afortunadamente para la Segoviana tanto Álex Conde como Astray estuvieron atentos para recoger los rechaces de las segundas jugadas en el centro del campo, y consiguieron generar cierto peligro a la contra, aprovechándose de la excesiva basculación de Barbero en el lateral derecho, que dejaba todo el espacio a Dani Arribas. El de La Losa tuvo una gran ocasión en un contragolpe, pero la defensa evitó su lanzamiento.
MÁS CONTROL TRAS LOS SUSTOS
El paso de los minutos fue serenando a la Segoviana, que controló perfectamente los ataques ribereños, amenazando con salir rápidamente en las contras. Pero, curiosamente, cuando más cómoda se encontraba la escuadra gimnástica llegó la mejor ocasión de la Arandina, tras una internada de Sagüés por la banda derecha con un envío al área pequeña que Pesca remató fuera por poco.
No volvió a acercarse el equipo burgalés al marco de Christian porque la Segoviana mostró personalidad, y con mucho orden cerró todas las vías de entrada hacia su marco, bajando poco a poco las pulsaciones del partido, con Adrián muy bien en la banda derecha, y canalizando el ataque por la izquierda. Dani Arribas volvió a gozar de una buena oportunidad, pero Carmona, imperial, rechazó su lanzamiento. Al descanso se llegó con mejores sensaciones para los gimnásticos.
El equipo azulgrana fue mejor en la primera parte, y el ribereño tras el descanso, pero a ambos les faltó el gol
Durante toda la semana, las declaraciones de jugadores y cuerpo técnico de la Segoviana ponían en evidencia que, si a cinco minutos para el final el resultado era favorable, el equipo “va a ser inteligente”. Pero en el partido hubo una cuestión que se vio exagerada con respecto a esto, porque no fueron cinco, sino cincuenta y uno los minutos en los que la Segoviana quiso ser ‘inteligente’, cediendo el mando del partido a la Arandina, que con Yakovlev en la banda izquierda llevó muchísimo peligro.
Y, como no puede ser de otra manera, cuando te pasas demasiado tiempo siendo ‘inteligente’ corres el riesgo de que te llegue el castigo. Así que, después de una buena acción de Conde por la banda cuyo envío fue rechazado por Carmona en última instancia, el conjunto azulgrana se vio dominado por un oponente que hizo una segunda parte mucho mejor.
LOS AGOBIOS DEL FINAL
Una mala cesión de Rui hacia Christian le dio la oportunidad a Javi Marcos de resarcirse del error de la primera parte, sacando el peligro con un envío en largo, de los cientos que puso la Segoviana en la cabeza de Astray, mejor con el balón en los pies que tratando de imponerse a los defensores de la Arandina, que dio la impresión de llegar algo mejor físicamente al tramo final del encuentro.
La Segoviana abusó del envío en largo, evitando así que la presión del rival pudiera propiciar contragolpes, pero cediendo a cambio el balón a un rival que llegaba a la frontal del área contraria con demasiada asiduidad. A once minutos para el final del tiempo reglamentario llegó la ocasión más clara para los ribereños, con un primer remate en el pico del área pequeña de Beli que besó el palo, y otros posterior de Yakovlev que sacudió el larguero. En el córner siguiente, Munguía cabeceaba fuera por poco. Los desfibriladores, funcionaban a pleno rendimiento.
Los cambios de Manu le dieron un poco de oxígeno al equipo en los compases finales, en los que hubo buen criterio a la hora de defenderse con la posesión y dejando que los segundos cayeran lentos, pero inexorables, en el reloj de arena. La Arandina corría y corría detrás de la pelota, y en cuanto la tenía la enviaba al área, donde esperaban dos numerosos ejércitos. En uno de los innumerables rechaces en largo, Sales inició una carrera en solitario buscando el mano a mano con Carmona, pero se encontró con que el portero ribereño estaba más lejos de su área de lo esperado y se perdió la ocasión.
En la última acción del partido, el burgalés Pesca empalmó desde fuera del área. Todos contuvieron la respiración, porque el lanzamiento era buenísimo, pero el esférico se marchó en medio palmo de la meta de Christian, y la Segoviana respiró primero, y se felicitó después por lograr un empate que le da el billete para una final en la que habrá que ser más ambicioso que inteligente.
