Señor director:
Así reza el lateral del polideportivo municipal que todos los días me veo obligado a leer desde la terraza de mi vivienda. Tres palabras, tres faltas de ortografía. Para mí, tiene un carácter evocador de la infancia, cuando aquel maestro rural nos preparaba para el Ingreso de Bachillerato y que tanto empeño ponía en que no nos dejásemos ni una tilde sin poner. O, después, de mis obligadas advertencias a los alumnos en toda mi trayectoria docente: desde la escuela a la Universidad, con el mismo empeño acerca de no dejarse ninguna palabra sin su correspondiente acento ortográfico, si así lo requería.
Y los recuerdos…
Cuando soy capaz de sacudirme ese acusador gusanillo profesional, el letrero tiene el atenuante de traerme algún que otro recuerdo cercano a la época dorada de la infancia. Pero, esta manía profesional… Me resulta demoledor verlo todos, todos, todos los días. Si fuera más joven y, por supuesto, con la consiguiente autorización municipal, me subiría al tejado con el propósito de corregirlo. Esas letras tiran de mí con auténtica provocación…
A quien corresponda, por favor, Tan sólo son tres pinceladas: PABELLÓN MARÍA MARTÍN.
Jaime Costa