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Pedir predón – Perdonar en esta pandemia

por Redacción
21 de junio de 2020
en Opinion, Tribuna
JOSE MARIA LOPEZ 1
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Puedes besar a la novia

Sin pagar, ni pedir perdón

La burbuja de Pedro Sánchez

El espectáculo de días atrás, echándose desde las administraciones estatal y autonómica las culpas por las personas mayores muertas en las Residencias, me ha parecido una obscenidad. Más que el dolor por los fallecimientos, parece que importa “quedar bien” ante la propia clientela y culpar y desprestigiar al del bando contrario. Una auténtica obscenidad. La sociedad actual no sabe qué hacer con la muerte. La mujer y el hombre modernos instalados en la sociedad del bienestar, no quieren herir su sensibilidad con el trauma del sufrimiento o de la muerte y pretenden ignorarla, no hablar de ella u ocultarla. En esta terrible pandemia provocada por el coronavirus la muerte ha llegado a muchas familias inesperadamente, como una dolorosa realidad frente a la cual no han ofrecido respuesta ni los esfuerzos de la técnica, ni el progreso de la ciencia. Los medios de comunicación y los responsables políticos han ocultado estas imágenes, salvo unas frías cifras. Últimamente ya ni cifras actualizadas. Ignorándola pareciera que la muerte no ha tenido lugar.

La muerte ¿es solo el final de una biología, un cuerpo que llega a su fin, o más bien el final de una biografía humana, el fin de una vida?. La respuesta que demos a esta pregunta podrá justificar la actitud que adoptemos en el final de la misma y la que hayamos podido dar en la situación de Covid 19. La muerte planteada únicamente como el fin de una biología, un cuerpo que llega a su fin, puede llevar a darle poca importancia y valor a esa vida, mientras que plantear el morir como un acto biográfico, el fin de una vida que se ha fraguado en el trabajo, en las luchas de cada día por sacar adelante a una familia, en las ilusiones, sufrimientos y esperanzas compartidas…, nos puede llevar a vivir el morir y acompañar a vivir la última etapa de la vida, humanizándola: escuchando, cuidando, proporcionando los medios precisos para vivir esa última etapa con dignidad.

Y el dolor de los familiares que no han podido acompañar a sus seres queridos en su trance final, ¿a quién importa?. No se escuchan por parte de los responsables socio-políticos palabras claras de disculpa, de consuelo… ¿Quién les ayuda a elaborar el duelo por la pérdida?. La expresión popular “nadie quiere cargar con el muerto” cobra en esta situación una especial relevancia. Ya está bien. Hay que pedir perdón a estos familiares, en lugar de regodearse “en lo bien que lo hemos hecho” y “los miles de vidas que hemos salvado”, que concluirá con “un acto para honrar a los compatriotas que han perdido la vida y homenajear a los servidores públicos que han estado en primera línea luchando contra la pandemia”. Bien está este acto, si previamente se les pide perdón a los familiares de las personas mayores muertas y a los servidores públicos que han tenido que luchar sin los medios necesarios en muchos momentos. Bien está, si ese acto no es el inicio del olvido de lo que ha pasado y ha causado tanto sufrimiento.

Identificar perdón con olvido es ir por mal camino. Solo se puede perdonar y pedir perdón con sinceridad si se recuerda bien y en el tiempo lo sucedido. No olvidar es precisamente la condición o posibilidad de que se puedan integrar las cosas. Es necesario para el proceso del perdón recordar. Incluso, en contra de lo que a veces se dice, es una señal de salud mental y de madurez humana pedir perdón y perdonar sin olvidar.

Sin reconocer lo que ha sucedido de verdad o negarlo no será posible pedir perdón o perdonar. Es necesario recordar los hechos, los fallos, la tristeza, el dolor y la cólera que ha causado la pandemia, pero sin ira, que puede degenerar en deseo de venganza, que a la postre solo recae sobre quien la desea, para poder iniciar un proceso de petición de perdón y de perdonar, en el que se desahoguen y se canalicen de una manera aceptable y sana los sentimientos.

No se puede gestionar esta crisis, que está causando y va a causar mucho sufrimiento, sin el reconocimiento de la verdad sobre lo sucedido, que necesariamente nos debería llevar a pedir perdón y a perdonar. Saber pedir perdón engrandece al ser humano. Enrocarse en no reconocer los propios errores le deshumaniza.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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