Comenzamos a salir poco a poco de una situación tremendamente complicada y con mucha incertidumbre. Incertidumbre sanitaria, higiénica, laboral, económica…
Como administrador de fincas humildemente creo que desde el Gobierno no se ha contado demasiado con nuestro colectivo que entiendo fundamental para una crisis como esta.
La justificación de nuestra relevancia es sencilla: en España cerca de tres cuartas partes de la población vive en comunidades de vecinos, es decir, casi todos los españoles, y hemos estado confinados en nuestras casas más de 70 días.
Si más de 30 millones de españoles sanos, infectados, asintomáticos, super contagiadores… hemos estado encerrados en nuestros edificios, compartiendo portal, descansillos, picaportes, interruptores, ascensor, barandillas… quizás habría sido bueno centrar esfuerzos en ese lugar.
Hemos escuchado mil veces que al aire libre el contagio es bastante complicado que se produzca y aun así no se han escatimado esfuerzos en desinfectar esas zonas públicas y al aire libre. Como administrador de fincas colegiado entiendo que se deberían haber destinado recursos en desinfectar o al menos en crear protocolos más claros para zonas que no solo soportan un intenso tránsito de personas, sino que además son lugares interiores donde el contagio es más fácil que se produzca.
Quizá se hubieran evitado muchos contagios.
Ahora nos encontramos con otra cuestión, llega el verano, el calor, y … ¿qué hacemos con las piscinas comunitarias?
Parece que está claro que con las vías de transmisión conocidas el principal riesgo de las piscinas debido al virus no es el agua.
Los dos principales riesgos son las interacciones interpersonales sin respetar las distancias mínimas de seguridad y no realizar una limpieza y desinfección adecuadas de las superficies de las zonas comunes.
Con esto, vuelve a haber demasiada incertidumbre, una enorme casuística, diversas formas de ver el asunto, muchas de ellas antagónicas entre sí, y quizás todas con parte de razón.
Por un lado aparecen los prudentes/temerosos, que opinan que se podría estar perfectamente este verano tan especial entero sin piscina.
Por otro están quienes solicitan que se abran lo antes posible, ya sea porque han pasado ya la enfermedad y no temen contagiarse de nuevo, o porque confían en que cumpliendo las medidas de distanciamiento e higiene no haya ningún problema.
Dicho esto hay que partir de la base de que la piscina comunitaria es un servicio dentro de la comunidad y que por tanto, en un principio y si no hay prohibición expresa, debería de abrirse. A modo de ejemplo podría decirse lo mismo del ascensor, en el mismo te puedes contagiar al ser un espacio muy pequeño cerrado y sobre todo por los pulsadores que todos usamos, pero no por ello se cierra. Se trata de un servicio asentado dentro de la comunidad.
Pero a la par, resulta que ante este escenario se nos obliga a tomar unas medidas de control intensivo de la calidad del agua, del aforo, de distanciamiento tanto en el vaso como en el jardín o parcela y a su vez desinfección frecuente de zonas comunes, y no me refiero solo a los vestuarios o aseos, sino a la manilla de la puerta de entrada, a la ducha común con su pulsador e incluso a la escalera de acceso al agua, sin la cual las personas mayores no pueden ni entrar ni salir del vaso. Asumir todas estas medidas traería consigo un sobrecoste que no ha sido aprobado en los presupuestos de la junta general y que las juntas de gobierno/presidente no deberían hacer asumir a la comunidad por decisión propia.
Conclusión:
— Hay quien por seguridad y/o miedo no quiere abrir la piscina
— Hay quien no quiere abrir porque señalan que les va a costar mucho más para disfrutar mucho menos.
— Y también hay quien quiere abrir para disfrutar de esa zona común, aunque sea solo un poco.
Parece que estamos en una encrucijada.
¿Cómo lo solucionamos? La solución parece sencilla, ¡Hagamos una junta extraodinaria! ¡¡¡Error!!! resulta que no podemos. No se nos permite celebrar juntas con más de un número determinado de personas, que en las comunidades con piscina es ampliamente superado. Las reuniones virtuales a través de ZOOM o cualquier otra plataforma de video llamadas en la gran mayoría de los casos no son válidas y por tanto las decisiones aprobadas serían impugnables. Para poder celebrar juntas virtuales dicho sistema ha tenido que ser previamente aprobado en una asamblea anterior, y esto, me atrevería a decir que en el 99% de los casos no ha sido así.
Las juntas de gobierno de las comunidades de propietarios están posponiendo la toma de decisión hasta conocer el marco exacto de la “Nueva Normalidad”, algo que esperamos conocer antes del próximo 21 de junio cuando finaliza el estado de alarma.
Los administradores de fincas colegiados estaremos atentos a las novedades normativas al respecto para poder dar traslado de las mismas a nuestros administrados.
Por suerte, el tiempo no invita estos días a ir a la piscina, y esto nos está dando una tregua.
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(*) Avial Asesores. Administrador de fincas colegiado.
