Las fiestas, de toda nuestra geografía nacional, van cancelándose como consecuencia de esta terrible e impredecible pandemia que padecemos. Los cuellaranos, a estas alturas del año, normalmente estaríamos debatiendo sobre toros y toreros, fechas o duración de aquellas. En esta ocasión opinamos sobre si deben celebrarse o no; algo que nos es tremendamente extraño. Las circunstancias parecen indicar que nuestra semana grande está más próximas a aplazarse que a su disfrute. Todos sabemos lo que supone desde un punto de vista emocional y económico; por ello mientras no se comprometan las arcas municipales o su compleja organización, debe agotarse al máximo el plazo decisorio. Mientras el ayuntamiento toma una difícil decisión, los ciudadanos tenemos que mantener esa posibilidad cumpliendo con las normas sanitarias que nos exigen. Los comportamientos erróneos concluirán ese posible resquicio que nos queda. Y aunque es tarea de los diferentes grupos de edad y las fiestas las disfrutamos todos con mucha pasión, quizá sean los jóvenes quiénes más ganas de festejar tengan y den rienda suelta antes de tiempo a ese deseo. Se necesita responsabilidad y contención para poder crear circunstancias que mantengan una oportunidad para la celebración de los encierros.
