¿Conoce quien leyere dónde se encuentra la calle Doctor Castelo en nuestra ciudad? ¿Cuántos saben, en esa misma línea, la historia del eminente médico segoviano D. Eusebio Castelo y Serra? Puede, y me gustaría equivocarme, que muy pocos. Y sin embargo…
El referido doctor en medicina, dermatólogo de gran prestigio, cirujano brillante y gran experto en enfermedades venéreas, nació en Segovia en el mes de mayo de 1825. El domicilio familiar se situaba en la c/ Enlosado (1) nº 6. Concretando: actual calle entre las del Marqués del Arco y Almuzara.
El Ayuntamiento dio nombre a ese espacio en febrero de 1892, al tiempo que rendía homenaje al gran trabajo realizado a lo largo de la vida del doctor Castelo. Todavía existe una placa y su inscripción en la portada del lugar donde nació.
Eusebio realizó sus estudios primarios y bachillerato en Segovia. A su conclusión, marchó a Madrid y en la Universidad Central obtuvo el título de doctor. Año 1852. Cinco años después consigue plaza, por oposición, en el Hospital San Juan de Dios (2), de la capital de España, centro del que fue director.
Entró en la Real Academia de Medicina como académico de número y, posteriormente, 1890, fue presidente de la misma hasta su fallecimiento en el mes de enero de 1892. Tenía 67 años.
Sus compañeros médicos decían de él que era “amigo leal, sincero, sin dobleces y cultivaba la modestia en su grado más alto”. Su justa fama en la medicina le llevó a ser llamado para asistir al Emperador Federico II de Alemania.
En el año 1866, publicó la revista “El Siglo Médico”, de la que fue redactor.
El Ayuntamiento de Madrid, como hiciera el de Segovia, puso su nombre a una de sus calles. Esta se encuentra ubicada entre la Av. Menéndez Pelayo y la del Dr. Esquerdo, en el barrio de Ibiza.
Su hijo, el también médico Fernando Castelo Canales, ejerció su vocación en el mismo hospital que su progenitor. Dentro del Cuerpo de la Beneficencia de Madrid tuvo un brillante historial, habiendo ocupado el decanato de la misma. Había nacido en Madrid en 1855. Falleció en 1935.
Otros “destellos” sanitarios
Año 1774, Cuéllar. Con la finalidad de que el día a día del Hospital Santa María Magdalena fuera más operativo, el centro aprueba y pone en funcionamiento una nueva normativa que intenta mejorar los servicios que reciban los hospitalizados. A los efectos, el médico:
— Deberá recibir a los enfermos.
— Visitarlos por la mañana y por la tarde.
— Recetar y firmar las recetas.
— Acudir cuando fuera llamado por una urgencia.
— Vigilar que las medicinas ni se malgasten ni salgan del Hospital.
Vender miseria
La ropa que dejaban los enfermos pobres que morían en el Hospital de la Cruz, en Sepúlveda, era vendida por la dirección del Centro. Esta venta suponía uno de los ingresos importantes del mismo. La acción, conocida como “provecho de ropa”, tuvo su inicio en el año 1703. Figuran recogidos los ingresos en los libros de cuentas de la institución. El hospital se crea a principios del siglo XVII (¿?), para atención de transeúntes, forasteros y peregrinos. Hasta el XVIII no tuvieron asistencia los habitantes del lugar.
Noticia partida en cuatro
1.- Se dejó escrito, y verdad fue, que con el fin de favorecer a sus amigos los Marqueses de Moya, los Reyes Católicos revocaron los privilegios concedidos por ellos, y por monarcas anteriores, a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, otorgando a los Marqueses los territorios de la Comunidad al oeste de Madrid.
2.- Ello provocó que en el verano de 1480 los segovianos se indignasen: realizan manifestaciones, queman haces de paja, rompen cántaros y tinajas… Con esa “imagen” daban a entender cómo los reyes quemaban los privilegios que habían concedido a Segovia, rompiendo sus promesas.
3.- El malestar por la “traición” llevó a las madres a propinar un par de bofetadas a sus hijos, a fin de que los peques recordaran “este día como ejemplo de injusticia de los reyes”. (¡¡¡!!!)
4.- Esos niños, cuatro décadas después, vivieron, y puede que participaran, en la trágica revuelta de los Comuneros.
Retazos de historia.
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(1) Denominada así por las grandes losas del atrio de la Catedral, que cubren los enterramientos, entre otras personas, de canónigos. (“Las Calles de Segovia”, Mariano Sáez, 1918).
(2) Donde posteriormente se levantó el Hospital “Gregorio Marañón”.
