La elección de la francesa Christine Lagarde como nueva directora gerente del FMI pone por primera vez a una mujer al frente de ese organismo multilateral, aunque mantiene inalterado el monopolio europeo en la cúpula de la institución.
La ministra de Economía gala, de 55 años, ha afirmado que no tiene dudas de que ser mujer es un punto a su favor. «Me presento ante ustedes como una mujer, con la esperanza de contribuir a la diversidad y equilibrio de esta institución», afirmó en Washington ante los 24 miembros del consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que la eligió como la primera directora gerente de la institución.
El FMI cuenta con solo seis féminas entre sus 30 principales ejecutivos. Además, el 21,5% de sus directivos son mujeres, frente al 32% de su organismo hermano, el Banco Mundial, y el 26% en Naciones Unidas.
Famosa por su discreta elegancia y su debilidad por los trajes de de la firma Chanel, la que en 2007 se convirtió en la primera ministra de Economía de Francia considera que «nunca debería de haber demasiada testosterona en la misma habitación».
«Si se les deja solos, los hombres tienden a crear líos», declaró en febrero al diario británico The Independent.
En su opinión, el colapso financiero de 2008 fue fruto, en parte, del espíritu agresivo, avaricioso y alto en testosterona dominante en el mundo de las finanzas.
De ahí que defienda una mayor presencia femenina, que considera positiva siempre y cuando, eso sí, las mujeres «acepten ser ellas mismas y no se dediquen a los juegos de chicos», según explicó en mayo a la columnista del diario The New York Times Maureen Dowd.
«Dadas las circunstancias, es el momento para tener a una fémina en el FMI», aseguró Colin Bradford, en referencia a la súbita dimisión el mes pasado de Dominique Strauss-Kahn, quien dejó la dirección del FMI tras ser acusado de intento de violación, y que fue puesto en libertad el pasado viernes.
Pero el analista del centro Brookings Institution, con sede en Washington, se confiesa también «decepcionado» con el hecho de que continúe el statu quo en la que Bradford considera la organización internacional «más importante» del mundo.
El Fondo ha estado liderado por un europeo desde su creación en 1945, en virtud de un pacto de caballeros que asegura la Presidencia del Banco Mundial a un estadounidense.
«Lamento que el consejo ejecutivo del FMI no se esforzase más para impulsar un proceso de selección de liderazgo claro», afirmó Bradford, quien criticó que los países emergentes no demostrasen un mayor interés en el puesto.
El gobernador del Banco Central Mexicano, Agustín Carstens, fue el único rival de Lagarde, y, pese a provenir de un país emergente, no logró el apoyo de socios clave como China o Rusia, que respaldaron a la ministra francesa.
Daniel Kaufmann, ex director anticorrupción del Banco Mundial, expresó también sentimientos encontrados.
«Dado el escándalo con Strauss-Kahn, Francia y Europa propusieron rápidamente a una mujer para perpetuarse en el poder», señaló Kaufmann, quien opinó que el directorio del FMI y los europeos «hubiesen encontrado excusas para evitar la selección de una fémina más competente que Lagarde si esta fuese de la India o Israel».
Aun así, el experto afirmó que la ministra francesa es «una profesional capaz» y consideró «saludable» que por primera vez el FMI tenga a una mujer al frente.
Mientras, influyentes organizaciones no gubernamentales, como Oxfam, criticaron la falta de un proceso realmente democrático en la selección de un nuevo líder del Fondo, e instaron a Lagarde a reducir el peso de Europa en el organismo e incrementar la voz de otros miembros.
«El FMI necesita desesperadamente renovaciones», expresó Oxfam en un comunicado.
Strauss-Kahn capitaneó una reforma para incrementar el peso de los emergentes en el Fondo para que éste refleje mejor su importancia en la economía.
Pese a los cambios, países como Bélgica tienen todavía más peso que Argentina y casi lo mismo que México, como consecuencia de una estructura que muestra todavía en parte el mundo que existía al final de la II Guerra Mundial, cuando se creó el FMI.
Lagarde prometió que trabajará continuamente para «adaptar la representación del Fondo a una cambiante realidad económica».
