Una persona infectada cuando respira expulsa infinidad de partículas cargadas con virus, formando una especie de nube vírica, estos virus permanecen en el aire por tiempo indefinido ya que son partículas con muy poco peso, claro que la concentración de virus va disminuyendo a medida que se aleja de la persona que las ha emitido, porque esa nube vírica se va expandiendo, y los virus se van depositando en mayor o menor medida en los objetos que se cruzan con ellos.
Si una persona infectada lleva mascarilla, la nube vírica que produce será de baja concentración.
Si una persona no infectada no lleva mascarilla y se cruza con una nube vírica, lo lógico es que se infecte, pero si lleva mascarilla podrá filtrar parte de esas partículas y las probabilidades de infección disminuirán notablemente.
También nos podemos infectar si nos llevamos la mano a la boca o la nariz después de haber tocado un objeto infectado, con la mascarilla puesta es mas difícil tocarnos la boca o la nariz.
Hay infinidad de mascarillas, el nivel de protección depende de la porosidad del material en que están hechas y la adaptación al contorno de la cara. Los virus son tan pequeños que a una mascarilla textil la atraviesan con facilidad, pero si la mascarilla tiene un filtro, pongamos una hoja de papel de cocina doblada en cuatro partes, los poros son lo suficientemente pequeños como para proteger significativamente. La protección total es muy difícil, la mascarilla tiene que dejar pasar suficiente aire para poder respirar.
Las probabilidades de que una persona infectada contagie a otra, si ambas llevan mascarilla, lo estimaban en un 2%. Si en una población de 100.000 habitantes hubiera 1.000 personas infectadas con capacidad para contagiar, si todos llevaran mascarilla en publico, las probabilidades de que una persona se contagiara en condiciones normales sería del 0,02%, porcentaje que iría disminuyendo en la medida que las personas infectadas disminuyeran y si se hacen bien las cosas posiblemente en un mes se podrían llegar a cifras mínimas.