Durante 355 días, las explanadas y calles adyacentes situadas en las inmediaciones del Parque de Bomberos permanecen vacías y yermas. Tan sólo un entramado de postes y cables sugieren la posibilidad de algún tipo de actividad en esta despoblada zona entre los barrios de Ciudad y Tierra y Nueva Segovia. Pero hay diez días en los que este erial cobra vida y se llena de luz, color, sonido y de miles de segovianos dispuestos a pasar un rato de ocio en el parque temático ambulante que llega a la ciudad por San Juan y San Pedro.
La urbanización de las calles del nuevo barrio de Ciudad y Tierra ha permitido redimensionar el recinto para dejar expedita la avenida de Gerardo Diego y permitir el tránsito de vehículos. Así, el paseo por el recinto ferial también se hace más cómodo para los ciudadanos, que aún no parecen acostumbrarse a esta nueva estructura y transitan por las distintas zonas todavía con una sensación de desubicación.
Lo que no cambia son las distintas áreas de atracciones, donde los niños y los menos niños pueden desafiar a la gravedad o vivir la sensación de elevarse sobre el suelo. Los clásicos como los autos de choque o el ‘tren de la bruja’ mantienen sus adeptos, atraídos por la sensación de poder que da colisionar contra un vehículo enemigo o arrebatarle a la bruja su preciada escoba. Otro de los clásicos es la negociación familiar que establece el número de atracciones en las que subir, siempre dependiendo del presupuesto disponible.
Tras disfrutar de las atracciones, un alto en el camino parece obligado para disfrutar de la variada oferta gastronómica de la feria, donde no faltan los churros en sus distintas variedades, así como un paseo por la ‘galería comercial’ que ofrece todo tipo de productos. Una cita obligada en fiestas.