En la mente de todos están los tremendos y trágicos problemas que está creando el repelente virus. Problemas de toda índole, aparte de los daños humanos representados en miles de fallecimientos y contagiados. Estos problemas son los que, también entre todos, vamos a tener que encarar en fechas próximas. En unos podremos tener mayor o menor espacio de intervención, pero lo cierto es que a la mayoría nos tocará arrimar el hombro de alguna forma, y generosamente, cada uno en lo que podamos o de que seamos capaces.
Escribo estas líneas pensando concretamente en uno de los grandes problemas (con enormes incógnitas) a que habrá que hacer frente: El Turismo. Los acontecimientos, los cierres prolongados de industrias de todo tipo, los miles de personas que se van a encontrar sin trabajo, son cuestiones de una especial y acusada gravedad. Esta industria de tanta importancia para España, presenta una realidad peliaguda. Bien está que muchos profesionales comiencen a dar unos primeros pasos para el día en que libremente pueda ser aceptado el turismo, pero esta cuestión, esta iniciativa, loable pero incompleta, no será suficiente para recuperar ni los miles de millones en pérdidas de las industrias del ramo, ni de la mano de obra que se encuentre en el paro.
Los ministerios afectados por la cuestión tendrán que desplegar enormes iniciativas y no menos enormes recursos, para echar una buena mano, teniendo en cuenta también que el trabajo ministerial no debe ser suficiente, sino que desde las esferas más responsables habrá que estudiar, pensar y tratar de resolver muchas cosas contando con los más directamente implicados de siempre en el tema turístico.
Dentro de la problemática del contexto nacional se encuentra, naturalmente, nuestra provincia, en la que cuando se produzca el momento de que puedan de ser conocidos, al menos aproximadamente, los daños causados por el Covid-19, van a resultar de un volumen asombroso, y dolorosamente, elevado; y no será fácil la solución.
Hoteles de todas las categorías, bares, restaurantes, agencias de viajes y pequeñas industrias directamente implicados en la venta de objetos turísticos, sin olvidar, claro está, al resto del comercio de todo tipo, que siempre aspira también, como es lógico, a vender al turismo, van a tener que luchar con todo esfuerzo para tratar de recuperar, si no todo, al menos alguna parte importante de cuanto no han podido “vender” en estos meses tan complicados. Habrá que lamentar las bajas definitivas de algunas industrias y comercios del ramo, con la esperanza de que, a medida que se vayan normalizando las circunstancias (que es posible que sea para largo), algunas de ellas puedan volver a prestar servicio, e incluso que aparezcan otras de nueva creación que vayan ocupando algunos puestos de los que no pudieron resistir los vaivenes de la economía.
Todo cuanto vengo comentando no solo hace referencia a la capital, sino que es extensible a toda la provincia, donde también el turismo tiene un altísimo interés y asimismo representa beneficio para muchas personas que se dedican a las distintas modalidades de acogida y venta. Muy en especial podemos citar las numerosas casas rurales, que en importancia creciente han ido surgiendo, y los no menos numerosos restaurantes y bares, cuyos propietarios han hecho también importantes inversiones en creación, ampliación y modernización de sus industrias grandes, medianas o pequeñas.
Así, pues, aparte de las iniciativas que puedan tomarse en los sucesivo por parte los organismo estatales, también los ayuntamientos de capital y provincia y la Diputación (parece que ésta va iniciando los primeros pasos) van a tener a su cargo la dura lucha por tratar de enderezar un poco las cosas y poner en marcha cuantos medios de que puedan disponer para volver a consolidar el turismo provincial. Tarea en la que, sin duda, deben tener también mucha inmersión todos los medios de comunicación, cuya importancia en el tema informativo ha sido clave hasta ahora.
Como es natural, ante el miedo que ofrecen las no muy buenas perspectivas, los hosteleros ya han levantado la voz ante lo que se viene encima. Con la preocupación y el dolor que para ellos pueden representar las palabras de la vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica: “No se impone ningún tipo de obligación a nadie, quien no se sienta cómodo y le parezca que las cuentas no salen, evidentemente se entiende que permanezca cerrado”. O sea, en palabras llanas del pueblo: Que el que no esté conforme con lo que dicen los que mandan… pues que se aguante.
