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Julio Montero – La vida con el COVID

por Redacción
29 de abril de 2020
en Opinion, Tribuna
JULIO MONTERO 3
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Se dice que la vida no será igual después del COVID19. Estas afirmaciones tienen siempre una parte cierta. Una crisis es una crisis y una crisis grande lo es en esa misma proporción. Mantenerse encerrado durante seis o siete semanas (y lo que quede) constituye un cambio enorme en la vida normal de unas gentes acostumbradas a desenvolverse muy en la calle de manera habitual.

Ese echarse vital sobre las relaciones con los demás, ese juntarse con otros tan característico de nuestro modo de ser, se ha transferido en primer lugar a la vida familiar. Pasamos más tiempo, todo el tiempo en realidad, en compañía de los nuestros. Padres e hijos, y abuelos en menor medida, hemos tenido que apartar nuestros disimulos, imposibles de mantener en una cercanía tan inmediata y tan permanente. La respuesta ha sido, por lo que me dicen y por mi experiencia, de una comprensión generalizada, normalmente en un ambiente de amable buen humor.

Padres e hijos han jugado a cosas que no hubieran imaginado en tiempos anteriores. Y sobre todo, imposibles durante un tiempo tan seguido. Habían asumido que eso no existía en la realidad. Peor lo han tenido quienes han teletrabajado. En términos generales se ha demostrado que la mayor parte del personal prefiere distinguir espacios y tiempos: trabajar en la empresa el tiempo fijado y volver a casa para estar con los nuestros, o convivir con amigos en otros lugares, en otro tiempo bien diferenciado. También han ejercido (los padres) de profesores y los hijos de estudiantes. A lo mejor descubrimos que esto es lo mejor para su educación y formación, aunque nunca podremos decirlo en público, porque la experiencia aunque fuere tan buena sería igualmente irrepetible.

Desde luego los adolescentes han continuado en esta etapa de su vida… y los adultos y viejos en la suya. Hay cosas que no cambian, o que lo hacen solo al ritmo de los tiempos. Los maduros nos haremos viejos, con crisis de COVID o sin ella. Y los adolescentes deben prepararse para lo mismo. En fin: todos hemos mantenido nuestros acartonamientos de modo de ser; pero, me parece, sin una defensa tan a ultranza de nuestra tonterías personales.

No faltan nunca casos absolutamente contrarios. Son numéricamente tan escasos que hasta los saca la prensa. Si fueran lo normal formarían parte de una estadística, no de las noticias. Y desde luego ya hay psicólogos y sociólogos aplicando cuestionarios a grupos más o menos amplios para elaborar sesudas monografías o artículos “científicos” que nos darán unas tendencias (que habrán tenido lugar durante este periodo y de las que nunca habremos sido conscientes) basadas en unos indicadores que no sabremos nunca qué significan exactamente, aunque sitúen a sus autores unos peldaños más altos en la escala académica de las publicaciones de impacto (de impacto entre casi nadie).

Por otra parte, me parece percibir entre amistades y familiares, con los que mantengo relación telefónica o telemática estos días de pandemia, que hay una razonable adaptación al medio por parte de casi todos. Incluso estas semanas les están viniendo muy bien para ponerse al día en asuntos retrasados por la propia vida preCOVID que no era manca en exigencias. Es curioso porque eso parece olvidarse. Y ahora se echa de menos un modo de vivir que casi no nos dejaba vivir.

La mayoría nos pasábamos la vida corriendo. Los tiempos para la familia y para los amigos había que buscarlos y lucharlos. Llegábamos -ellos y ellas- hechos polvo a casa. Quizá la crisis nos ayude a valorar lo mal que se vive en el estado del bienestar; eso sí: para poder vivir seguros, con una sanidad bien organizada para mínimos, con un sistema educativo manifiestamente mejorable, con una asistencia social que en caso de necesidad inmediata evita sobresaltos, con medio millón de políticos que viven estupendamente a costa de los demás, con unas pensiones siempre en peligro de colapso, con inversiones en investigación -aunque sean siempre muy escasas-, con festejos subvencionados para que disfrutemos de vez en cuando… En fin, cosas de la vida moderna, que no cambiarán tras la pandemia y que puede que nos ayuden a salir de la próxima.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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