Como dicen correctamente los colegas psicólogos, cuando no has tenido la ocasión de despedirte de una persona, es muy acertado, con el fin de elaborar y superar el duelo, hacerlo a través de una carta escrita y dirigida a esa persona, en la ilusión de que le llegará.
En todo caso, no pretendo hacer exaltación de vanidad personal alguna, ni mucho menos aburrir al lector, al que animo, al menos, a leer los párrafos finales, ya que con estas letras únicamente represento al CD Media Maratón ‘Ciudad de Segovia’, que como sabéis, es el club organizador de la aplazada decimocuarta edición de la media de Segovia que debió celebrarse el pasado 15 de marzo, y que por motivos sobradamente conocidos hubo de aplazarse, si por bien es, quizás… al mes de septiembre del presente.
Mis primeros recuerdos tuyos, amigo Juanjo, los tengo desde la primeras ediciones de la San Silvestre segoviana, dispuesto para la salida, contaba con 13 o 14 años, concretamente en la calle Cervantes, a la altura del bar La Tropical, allá por los años 1978 o 1979, y la imagen que me viene a la cabeza, es la que has tenido siempre, porque yo siempre te vi así, no has cambiado con los años. Creo sinceramente, que si a mucha gente le dijeras que te pintara, te pintaría tal cual yo te represento, tal como eras.
Un tipo serio, recto, a la vez sensible, profesional, práctico, pasional en lo que haces, un poco cabezota, como buen segoviano, y vestido rigurosamente con el traje de juez, con pantalón gris y chaqueta roja, con el escudo de la federación bordado en el bolsillo y con revolver en mano. Por cierto, Juanjo, ¿os daban licencia de armas para eso ? Ya sé, hombre, que era de fogueo. Era solo para picarte.
Era una noche fría, típica de las de fin de año antes del cambio climático, sobre las 19.00 o 20.00 horas, de unos, no muchos más de 150 corredores, que dispuestos para la salida nos íbamos adelantado poco a poco de la línea que tú habías pintado en el suelo. Tú, con tu porte y tu carácter: “Atrás, atrás, atrás”. Empujando a la gente con las palabras, y dispuesto a no dar la salida hasta no ver cumplido el reglamento, y fijar todos nuestros pies detrás de esa famosa línea. No veas, compañero, qué ratos nos hacías pasar en esos momentos de nervios y tensión.
De repente, abandonabas el centro de la calle y tomabas la acera de la izquierda, mi vista clavada exclusivamente en tu revólver de tu mano derecha, ordenando verbalmente “atrás, atrás, atrás…” y agitando tu brazo en alto, indicando la dirección que debíamos tomar, hasta que convencidos de que no saldríamos si no retrocedíamos, aflojábamos la tensión propia de la ocasión para cumplir con tu mandato, nos dábamos la vuelta, mirábamos al suelo para localizar la línea, y entonces…, siempre, dabas el disparo, y no te rías, amigo…, porque sabes que lo hacías, y que eso te encantaba.
Después, mis recuerdos me llevan a las pistas de atletismo, donde eras el policía que todo lo controla y dirige con mano de hierro. Y por fin, nuestra última etapa en lo que fue, algo tan maravilloso, como participar en el nacimiento de la primera media maratón ‘Ciudad de Segovia’.
Recuerdo, la ilusión del equipo en las reuniones previas, capitaneados por el mecenas de la carrera. Sí, hombre, el que decía “esto sale, y si falta algo, lo pongo yo”, y doy fe, de que en muchas ocasiones lo hizo. Cuando empezaba a examinar los distintos departamentos de la carrera y llegaba a ti, la conversación era casi monosilábica: “¿Juanjo como está esto?”. “Ya está hablado, sin problemas”, respondía. “¿Has hablado con este?” “Sí, ya está todo resuelto”. La verdad es que hiciste un gran trabajo a nivel de coordinación de recursos logísticos, organizativos y en el departamento técnico, donde te crecías por ser tu especialidad, sin desmerecer en lo otro expuesto.
Te acuerdas, amigo, cuando nos contaste el tema de la famosa bicicleta para medir el recorrido y homologarlo. Toda una mañana con el tipo de la bicicleta, por las calles del recorrido, apoyado por policía local, por el riguroso centro de la calzada, justo por donde marca el reglamento, para que se ajustara a lo requerido por la federación.
Ahora no tenemos ese problema, los problemas nos los dan los propios corredores, con sus dispositivos electrónicos de medición, faltan 232 metros, otro, falta algo, unos 185,25 metros… ¡Qué cansinos! ¿Pero qué tiempo quieres hacer aquí? Que es uno de los recorridos más duros que conozco. “Ven a disfrutar, hombre”.
Lo que sí me sirve, y utilizo habitualmente, es lo que tú decías: “Si te faltan metros, es que no has ido por donde hay que ir, por el centro de la calzada, sin recortar en las curvas, como marca el reglamento”. Te acuerdas, la famosa línea de pintura, sus propiedades y características, que una vez finalizada la carrera, debía borrarse automáticamente, el trabajo que debió darte todo aquello.
Bueno amigo, Juanjo, termino, reconociéndote tu gran profesionalidad no solo en la actividad deportiva, que te encantaba, sino seguro también en tu trabajo como funcionario del ayuntamiento, en tu familia, sencillamente porque una persona es en su vida, un reflejo de su personalidad, y tú eras así, en todo.
Aquí nos dejas, en no muy buenas horas. Sabes que nos hallamos en lucha, que no en guerra, ojalá las guerras hubieran sido así, ¿verdad? Con nuestra familia en casa, comprando la comida que necesitamos, viendo películas, haciendo actividades, etc., con las guerras que España ha tenido reiteradamente y por mismas situaciones, especialmente como mas nos gusta, entre nosotros, lea el avispado lector ‘Una historia de España’, de Pérez Reverte, obligada y aconsejada, para todo aquel que busque información al respecto.
Si, ya sabes el Covid-19, curioso nombre no tiene nada que ver con el Coby 92, ese perro o gato o yo qué sé, perdón, que falta de respeto, mascota, de las Olimpiadas de Barcelona, en las que estuviste y seguro pusiste a más de uno firme por allí…, y lo sabes.
Por mi parte, y en representación del CD Media Maratón, me gustaría dedicarte una canción que te acompañe en tu viaje, no es la oficial, que me parece no encaja nada en la situación que vivimos y que como en todo, nos invitan a aceptar, parece que estamos de fiesta, con la que tenemos y la que viene, es la que ha compuesto la madrileña, Lucía Gil Santiago, ya sabes, todos escriben alguna, cual canción del verano, pero solo los más talentosos son los que deben llevarse el mérito, y humildemente, está, sin entrar en detalles, me parece mucho más adecuada a la situación. También por la letra, que espero te guste, y ten la certeza de que “volveremos a juntarnos, volveremos a brindar, un café queda pendiente en nuestro bar”.
Por cierto, si ves por ahí, a Santiago Llorente, no olvides extenderle nuestra admiración y respeto, fabuloso atleta, gran persona y fantástico profesional. Tenernos presente en vuestras oraciones, y procurar que nos llamen lo más tarde posible, ya que como buenos castellanos de Segovia “más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. Guiarnos en las complicadas decisiones de la vida, aunque como reza en un cementerio de un pueblo, ahora barrio de nuestra capital, de cuyo nombre no quiero acordarme, conscientes somos de que “aquí donde me ves, pálido, triste y feo, te verás cómo me ves, te veré como veo”.
Fuerte abrazo, amigos. Descansar en paz.
