Los cuellaranos sanitarios siguen realizando su ardua labor en sus distintos destinos de trabajo y aportando su perspectiva. El joven Juan Riesgo es enfermero especialista en Familia y Comunitaria en el Centro de Atención Primaria La Mina, en Barcelona. En esta crisis sanitaria en la que se encuentra sumido el país entero, su trabajo es fundamental junto al de otros profesionales: él lleva la agenda de casos de coronavirus de su centro. Realiza los seguimientos y mantiene un estrecho contacto con sus pacientes, esos a los que ve en el centro en su labor rutinaria. “Nos encargamos del proceso de seguimiento vía telefónica, preguntamos a nuestros pacientes si los síntomas han desaparecido, si han aparecido nuevos y seguimos el proceso, además de intentar luchar contra el miedo”, reconoce Juan. Asegura que ahora que la población cuenta con más información es algo más fácil de gestionar, pero sus guardias en el Servicio de Emergencias del 061 siguen un “sentir similar”; “ya no es algo que ocurre en China, es algo que le pasa a vecinos, amigos, o conoces a alguien que ha fallecido”, comenta.
Su labor va más allá que una batería de preguntas puesto que en muchos casos ha de ofrecer todas las herramientas disponibles para que esas personas infectadas realicen el aislamiento de la mejor manera posible, con sus limitaciones y con el riesgo de los pacientes que son contacto. Cuenta cómo se dan casos en los que, con siete en casa, el aislamiento es imposible y se requiere estricto confinamiento.
Como enfermero de atención primaria, su papel es clave a la hora de mostrar cercanía; “conoces a los pacientes que llevas porque son del centro, y los recursos del entorno para actuar”, y por eso su trabajo tiene incluso “un valor empoderador para los propios pacientes”. Ellos están en los casos leves y en el peor escenario: la elaboración del duelo. Son conocidas las durísimas circunstancias en las que pacientes y familiares gestionan un fallecimiento, y Juan es una de esas personas que debe velar por todos. “Los familiares tienen que saber que están acompañados y, si están dispuestos, pueden ser derivados al servicio psicológico”, explica el joven. Desde su experiencia, Juan reconoce la crudeza de la situación: “estás un poco atado de pies y manos, no sabes si lo que haces es suficiente porque seguramente lo que necesitan es contacto físico, estar con sus seres queridos”, cuenta. Así que su máxima es la “no maleficiencia”: dentro de las cosas que puedes hacer por el paciente, coger la mejor de las posibles. Es una tarea inclemente pero intrínseca en su especialidad, y aunque reconoce que ves “eso para lo que no estás preparado”, siente que lleva a cabo la enfermería en su sentido más conciso y real. Defiende y cree necesario que esta labor la hagan los enfermeros, ya que como él mismo recuerda, “por definición, la enfermería es la ciencia del cuidado: somos profesionales del cuidado y debemos seguir cuidando a nuestros pacientes, solo que ha cambiado la metodología”. Igualmente, defiende la labor de la atención primaria como “el primer dique de contención”. Su trabajo de criba, asegura, es clave para que no haya un colapso, puesto que un alto porcentaje de contagiados o asintomáticos pasan por sus filtros; “si no, el sistema sería insostenible”, comenta.
“Soy fiel defensor de la enfermería especialista y desempeñar nuestro puesto”
Asimismo, explica que la de enfermería en atención primaria es quizá una labor algo más invisible , “trabajo de hormiguita”, porque no sigue el mismo patrón que en hospital. Cuando los pacientes que han requerido ingreso vuelven al domicilio, incluso por alta precoz, deben gestionar ese caso en el que puede haber otros cuatro o cinco contactos, ya que son exponenciales. Del mismo modo, deben gestionar las tan necesarias bajas laborales que eliminan a un contagiado de la cadena. Y además están requiriendo su colaboración en paliativos, un soporte de final de vida, otra función necesaria de los enfermeros. “Decían que la OMS iba a reconocer 2020 como el año de la Enfermería, pues lo vamos a recordar”, bromea Juan, que explica que quizá en otros ámbitos “la valía se presupone y nosotros la estamos demostrando ahora”. Reconoce que la labor de enfermería es importante pero, por supuesto, “esto es trabajo en equipo, somos las piezas de un engranaje”; no se olvida de ninguna de esas piezas, desde el conductor de ambulancia hasta todos los médicos o trabajo de limpieza, “porque vamos hacia adelante entre todos”, señala.
Aunque reside en Barcelona, está al corriente de la situación tanto en Cuéllar como en Segovia, un “contacto constante tanto personal como profesional”. Juan realizó la residencia de su especialidad en el Hospital General de Segovia y sigue en contacto directo con compañeros. “Los pacientes están en muy buenas manos”, reconoce.
El cuellarano reflexiona sobre la la gestión, ahora más clara y directa, pero que ha evidenciado que, como colectividad “no estábamos preparados”; “somos vulnerables, esto nos ha metido a todos en el mismo saco y nos está dando una vuelta de tuerca como sociedad”. A nivel de sistema sanitario cree que todo “funciona mejor de lo que creemos”. “La situación ha sido muy compleja y ahora el patrón es común, y nos han reorganizado de manera muy eficiente”, explica.
LAS ESPECIALIDADES
Juan, dentro de una parte más “invisible” dentro de esta crisis, se considera “fiel defensor de la enfermería especialista y de desempeñar nuestro puesto”. Para muchos es desconocido que, al igual que en medicina, existen especialidades de enfermería, “una formación pagada entre todos que sería un error no utilizar bien”; “nadie concibe que un cardiólogo opere una cadera, pero sí que un enfermero de otra especialidad trate otras”, reivindica. “Es momento de ir todos a una, pero cuando todo pase, será momento de defender lo que toque”, indica en defensa de las especialidades.
Del mismo modo, defiende la atención primaria, su labor de contención ahora y siempre, y la inversión necesaria para que todos desempeñen con medios un trabajo tan valioso hoy en día.
