Se me hace muy fácil redactar la columna de hoy; y ello es porque el personaje, Juan José Martín García, además de compañero en esta labor de colaboración es amigo desde que en el Azoguejo se ponía un guardia municipal -con casco militar blanco- encima de un altillo para controlar el tráfico. Pues sí, uno que tiene ya añitos recuerda a Juanjo cuando iba a ver a su padre -señor Víctor le llamábamos- al instituto Andrés Laguna en el que trabajaba como bedel, y en el que un servidor estaba como alumno. El mismo centro donde Juanjo se dedicó algunos años como profesor a la enseñanza de educación física.
Su vida ha estado completamente ocupada por la práctica de diferentes modalidades deportivas: fútbol, baloncesto, voleibol. Entrenó al desaparecido club Arévalo e Hijos ascendiéndole a Tercera División. Su relación con la Gimnástica Segoviana ha sido siempre intensa y cordial: fue preparador físico, entrenador sustituyendo a Campos, Enderiz, Bellota y segundo entrenador con el famoso Emilio Cruz en el mismo club. Hasta no hace mucho tiempo ha sido también miembro de la Junta Directiva presidida por Agustín Cuenca.
Juanjo acabó su etapa laboral como Jefe del Servicio Territorial de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León en Segovia, ayudando a muchos clubes de su tierra para seguir compitiendo.
Y ahora, cuando lo normal es que llegues a una edad en la que las piernas te pasen alguna factura, nuestro Juanjo no solo la quita el IVA, sino que además la echa a la papelera. Entonces, se viste cual chaval ‘dieciochoañero’, se calza las deportivas y se lanza a sendas y calles para batir kilómetros y kilómetros ¡Ah! y todos los días, a las siete de la mañana, las aguas de la piscina tiemblan con el nadar de este jovencito. Su existencia no se concibe sin pensar todos los días en hacer o ver algo de deporte; por eso Juanjo es merecedor de ser un personaje genuino del deporte segoviano.
