Estamos viendo en esta crisis, lo fundamental que son los servicios esenciales para poder atender las necesidades básicas y primordiales de los ciudadanos. Sin ellos, sería imposible vivir.
En cualquier sistema democrático, la oposición es básica y fundamental para controlar el trabajo, la acción y gestión de los gobiernos. Gobierno y oposición son elementos esenciales en cualquier democracia. La ausencia de cualquiera de ellos, quebraría la propia esencia de la democracia.
¿Qué pasaría si las Cortes estuvieran cerradas? O que pasaría si fueran controladas por la coalición que sustenta al Gobierno? Pues que no habría control del Gobierno. Y eso, es lo que ha conseguido, casi, el Gobierno durante las tres primeras semanas del Coronavirus. Evitar que funcionaran.
Los diputados no somos distintos a cualquier otro ciudadano, y menos en casos de especial necesidad como es en el que nos encontramos ahora. Debemos estar en primera línea, como tantos y tantos lo están ahora de forma heroica. Y ello, si fuera necesario, aún a riesgo de nuestras vidas, por seguir representando a todos los españoles y ejercer el control del Gobierno. En control parlamentario pues, es esencial en una democracia, y cuanto más difícil es la situación en un país, mayor control se necesita.
El gobierno de Sánchez, el PSOE y su socio de gobierno Podemos, es lo que han pretendido con la excusa del Covid-19. Pero gracias a la presión y ejercicio responsable del PP, a la sociedad civil y a buena parte de algunos medios de comunicación, esto se ha evitado. Nuestro trabajo tendrá que ser como sea, presencial, telemático o telepresencial. Pero una nación, un país, una sociedad y sobre todo España en estos momentos, necesita que el Gobierno social comunista de España, pueda tener una oposición en las Cortes que evite sus desmanes, su incompetencia y que no nos lleve a los españoles al precipicio ni a una situación de no retorno.
Su negligente falta de previsión y anticipación en la gestión de la enfermedad, negarla luego, su improvisación, mala gestión, mentiras, arrogancia e insolencia no son buena carta de presentación para que se les deje actuar a su antojo en la lucha contra esta enfermedad, y tampoco, en cuanto a las medidas que se deben tomar de cara a la salida de la crisis, en la que tanto se juega España.
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(*) Diputado de Segovia por el PP.
