Un año más, la tradición de la Iglesia reunió en la Semana Santa a la curia diocesana para celebrar la Misa Crismal en la que el presbiterio diocesano recibe conjuntamente el santo crisma y los óleos que a lo largo del año se emplearán en las distintas parroquias para administrar los sacramentos. La capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral albergó la misa solemne oficiada por el obispo de Segovia César Franco, que contó con la participación de la práctica totalidad del clero segoviano, así como de un gran número de fieles que llenaron el recinto sagrado.
El fin litúrgico y de encuentro diocesano de la Misa Crismal se completó este año con una mirada a los cristianos del Medio Oriente, que están sufriendo la persecución y la violencia del integrismo islámico en países como Irak. Así, el clero diocesano quiso dedicar la colecta de la Eucaristía a la construcción de un centro de acogida para cristianos gestionado directamente por la Nunciatura Apostólica en Bagdad, cuyo responsable es el sacerdote español Alberto Ortega Martín, perteneciente a la archidiócesis de Madrid y que coincidió con el obispo de Segovia en su etapa pastoral en la citada archidiócesis. La colecta consiguió recaudar este año un total de 5.550 euros que irán destinados a la capital iraquí.
Antes de la bendición del santo crisma y de los óleos de los enfermos y catecúmenos, el obispo de Segovia pronunció la homilía en la que quiso trasladar un mensaje de ánimo y responsabilidad a los sacerdotes segovianos, a quienes instó a ser “la fragancia de Cristo” en el mundo. Así, indicó que la iglesia “aparece hoy como un pueblo sacerdotal consagrado a dios, y la unidad del presbiterio y de los fieles cristianos con el obispo manifiesta por si misma el signo de la alianza de Dios con su pueblo”.
El prelado segoviano recordó que la misión del sacerdote es estar con “los que sufren, los afligidos, los abatidos, los cautivos y prisioneros” y aseguró que “cualquier dolor humano, cualquier esclavitud y atropello del hombre, cualquier tortura física o espiritual, cualquier abuso y arbitrariedad contra la dignidad de la persona humana será superado y vencido por la unción de Cristo y de los cristianos”.
También significó en su homilía que el origen del drama del hombre “no se encuentra en circunstancias sociales, políticas, culturales o religiosas que necesitan ser cambiadas, se halla en el pecado” y puso como ejemplo a Cristo “que carga sobre si la humanidad doliente para ungirla con su aceite regenerador e introducirla en la posada donde hay sitio para todos que es la Iglesia madre”.
También tuvo palabras en su homilía para los laicos, a quienes recordó que “no sois meros espectadores de nuestro compromiso sacerdotal”, y señaló que laicos y presbíteros “vivimos en una mutua donación: somos para vosotros vosotros os debéis a nosotros en el amor”. De este modo, animó a los católicos seovianos a no huir “de las dificultades de la misión ni a recluirse en acciones intraeclesiales”, y señaló que el mundo “espera vuestra presencia y necesita el testimonio de vuestra fe, esperanza y caridad”.
