Los líderes políticos de China y Taiwán abrieron ayer una “página histórica” en las relaciones bilaterales con un encuentro sin precedentes desde hace más de seis décadas y en el que apelaron a su condición de “hermanos”. La expectación era máxima ayer en el hotel donde finalmente el mandatario chino, Xi Jinping, y su homólogo taiwanés, Ma Ying Jeou, se dieron un apretón de manos. Singapur sirvió de escenario neutral para el primer encuentro entre los mandatarios de las dos partes desde el fin de la guerra en 1949.
Xi destacó que se trataría de una nueva “página histórica” entre dos gobiernos que, según sus propias palabras, forman parte de “una familia”. Se trata, añadió, de “hermanos que siguen conectados a través de la piel aunque los huesos se hayan roto”. “Estamos aquí hoy para impedir que las tragedias se repitan, para impedir que los frutos del desarrollo pacífico de las relaciones entre los dos lados del estrecho de Taiwán se pierdan, para permitir a las futuras generaciones compartir un futuro brillante”, destacó el mandatario chino, según la agencia oficial Xinhua.
Ma, por su parte, constató que las relaciones bilaterales atraviesan “su momento más pacífico y estable desde 1949” y llamó al respeto mutuo, así como a resolver cualquier disputa que se presente por medios pacíficos.
De forma indirecta, el líder taiwanés instó a Xi a respetar el sistema democrático instaurado en la isla: “Las dos partes deberían respetar los valores y la forma de vida de la otra para garantizar el beneficio mutuo y una situación que beneficie a ambos lados”. Al término de la reunión, Ma afirmó que confía en que Xi revise el despliegue de sistemas de misiles, si bien el presidente chino le habría respondido que Taiwán no debería preocuparse por esta cuestión. El Gobierno taiwanés tendría en este sentido “dudas” sobre una supuesta amenaza militar de la parte continental en este caso.
Asimismo, el responsable de las relaciones con Taiwán dentro del Gobierno chino, Zhang Zhijun, apuntó que la mayor amenaza para el desarrollo pacífico de las relaciones eran las fuerzas independentistas, algo que Xi también le habría trasladado personalmente a su homólogo —y “compatriota” según Pekín— a puerta cerrada.
