Alguno se preguntará ¿qué pinta Dios ante el coronavirus? ¿Dios tiene algo que ver en el origen de esta epidemia? ¿Dios puede intervenir en el desarrollo de esta crisis diabólica? ¿Dios actúa en la solución de este problema? ¿cómo actúa?
Hay personas que se preguntan: “Si Dios existe y es tan bueno: ¿Qué gana con esta pandemia mundial que mata a tantas personas inocentes? ¿Tan horrendos son nuestros pecados que merecemos tal castigo?”.
Estas preguntas, propias del hombre religioso, son un grito suplicante al Dios del amor. Y tienen una respuesta: la Cruz de Cristo. Él mismo gritó ¿Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado? Cristo no resuelve el problema pero da una respuesta: el servicio generoso.
¿Dios está en el origen de la epidemia? Dios creó el cosmos y dio libertad al hombre. Éste con su mal uso de la libertad manipula la naturaleza y ésta con sus leyes puede volverse en contra del ser humano. Pero, el hombre no es una marioneta de Dios; hemos sido creados libres y sujetos a la propia razón. Dios no quita la libertad del hombre y este, desde su libertad, es capaz de hacer el mal y de hacer el bien. Dice san Agustín: “Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti”. Podemos ser “ángeles” o “demonios”, constructores de la paz o señores de la guerra epidémica.
¿Dios puede actuar en la solución de este problema pandémico? Se dice de Jesús que pasó por esta vida haciendo el bien, luego no puede querer este flagelo de la pandemia del coronavirus. Él puede cambiar el curso de la historia e iluminar las mentes de los científicos para que encuentren las vacunas necesarias, es decir, si estos se ponen en sus manos, pueden ser movidos por el amor de Dios y hacer el bien.
Por otro lado, Dios está moviendo la generosidad de multitud de conventos de clausura para dedicar su tiempo a orar y a fabricar protectores para los agentes de sanidad y la población. Caritas española con su multitud de voluntarios están ofreciendo ayudas generosas en favor de los ancianos, enfermos y familias necesitadas que se han quedado sin trabajo.
Ahí está la generosidad de todo tipo de personas, ricas y pobres, dando su dinero o su pequeña ayuda en favor de los enfermos: la puesta a disposición de las autoridades de centros, camas, por parte de gente cristiana; o la ayuda entre los vecinos en favor de los afectados o de aquellas personas frágiles que no se valen por sí mismas, son gestos de que la libertad del hombre está orientada hacia el bien.
En clave cristiana se comprende que los seres humanos nos revelemos ante muchas cosas que no comprendemos. Sin embargo, hay que tener muy claro que el Creador dio a la naturaleza sus propias leyes. Y aunque estemos en el siglo XXI y los avances científicos se presenten como si no tuvieran límites, la triste realidad de cada día nos dice que no todo se puede hacer ni explicar en esta vida y hay cuestiones que sobrepasan a la inteligencia humana.
La ciencia no es ni puede ser una amenaza a la fe en un Dios personal, creador y redentor del hombre: Jesucristo. En su Evangelio vemos cómo perdona los pecados, cura a los enfermos, da de comer a los hambrientos y hace resucitar a los muertos. El poder de Dios se mostró sobremanera resucitándolo de entre los muertos y dándole el señorío sobre todo lo creado.
Por todo esto, es importante que Dios esté presente en la calle y en la vida, y no encerrado en la vida privada. ¿Cómo está Dios presente en la calle? a través de signos y del compromiso de los hombres haciendo el bien generosamente. Son importantes los signos y los compromisos: crear redes de solidaridad con los enfermos y con los profesionales de la salud, la crítica positiva y denuncia de las injusticias y mentiras, la educación en valores y la colaboración ciudadana con las autoridades en la solución del problema epidémico. Todo esto manifiesta que el Dios bueno no quiere la epidemia y nos enseña a usar bien de nuestra libertad.
