El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aprovechó su presencia ayer en la tradicional Fiesta de la Rosa del PSE para pedir a la izquierda abertzale más pasos firmes y decididos si es que quiere convencer de su rechazo a la violencia de ETA.
El político socialista acudió por última vez como líder del Ejecutivo a este encuentro, en el que estuvo arropado por unos 6.000 militantes que abarrotaron la feria de muestras de Durango y que le recibieron con tímidos gritos de «presidente, presidente».
En pleno debate político sobre la lucha antiterrorista, Zapatero aprovechó su presencia en el País Vasco para reiterarle al PP que no utilice este asunto como arma partidista, instar a la izquierda abertzale a que avance de manera firme contra la violencia y pedir a ETA que dé el único paso posible: dejar las armas.
Así, recordó a los radicales que cuatro meses no bastan para convencer, sobre todo después de 40 años de terror de ETA, ya que hay que dar más pasos «para rechazar, alejarse definitivamente de la violencia y ser partícipes de la democracia, que siempre abre la puerta a quienes quieren ser parte de ella de verdad», afirmó.
Además, quiso ser igual de claro con la banda terrorista, de la que espera un paso, «solo uno, un paso atrás»: la renuncia definitiva de la violencia «sin condición alguna». ETA debe saber, continúo el leonés, que el Gobierno «ni para ni va a parar» un solo día y no va a dejar «respirar» a la banda para que «no coja aire». «Más le vale que dé un paso atrás definitivamente, renuncie a la violencia y contribuya a un nuevo escenario», insistió.
Como ya hizo el sábado en Albacete, Zapatero criticó al PP porque «persiste en utilizar el terrorismo en la contienda política» a pesar de ver que «se está ganando día a día» la lucha contra la banda. Por eso, tildó la actitud del primer partido de la oposición de «incalificable» y aseveró que los socialistas no están dispuestos a aceptarla porque cuando estaban en la oposición «jamás» utilizaron el terrorismo en este sentido.
El presidente no se extendió sobre las elecciones del 22-M, pero recordó el papel de los ayuntamientos y resaltó el trabajo del Gobierno en favor de los municipios con los planes de inversión local, que han supuesto una inversión de 13.000 millones de euros en dos años.
También dedicó parte de su discurso a la crisis económica, que reconoció ha afectado menos al País Vasco, y recordó que fue producto de la desregulación del sistema financiero, que permitió «excesos, abusos y engaños».
Los «grandes colosos» que cayeron y originaron la crisis «no lo hicieron por culpa del PSOE», explicó en tono irónico antes de subrayar que el origen de la situación económica tiene «nombres y apellidos». A los socialistas, continuó, les ha correspondido la tarea de afrontar la situación y cambiar el modelo productivo con medidas que, sobre todo, permitan volver a crear empleo.
Por su parte, el lehendakari, Patxi López, que recibió los halagos del líder nacional, defendió que el Ejecutivo que preside «está recuperando las verdaderas líneas de identidad de Euskadi», que pasan por «construir país desde el acuerdo y el pacto», frente al PNV, una agrupación que acusa al Gabinete autonómico de «diluir la identidad de los vascos».
