Apropiándome de la definición que Charles Tiebout acuñó con la frase “votar con los pies” para describir las corrientes migratorias movidas por circunstancias de vida más favorables a la hora de escoger una patria, también es posible utilizarla en las circunstancias actuales para analizar las consecuencias desastrosas que comportan los millones de votos individuales, por trasladar de nuestro intelecto a los pies, el privilegio de uno de los actos más importantes en Democracia que es el voto.
Ha sido una constante en la historia de la humanidad que, en periodos de crisis, los ciudadanos con derecho a voto han elegido a los representantes más incapaces, por el mero hecho de que sus propuestas contenían la dosis que esencialmente todos queríamos escuchar: la solución inmediata al ‘¿qué hay de lo mío?’.
En la actualidad, los interrogantes globales caminan por otra autopista diferente a las radiales conocidas. Por eso, la cuestión estaría más en la línea de ‘¿Cómo nos sentiríamos si alguien nos cortara el cabello más rápido de lo que nos crece?’.
Esta pregunta puede parecer sorprendente, pero fue formulada por un adolescente en el corazón de Europa, mientras un colega cercano mantenía una pancarta en la que se leía: ‘Si el clima hubiera sido un banco se habría salvado’.
Buena parte de los adultos piensan que es mucho más injusto para los adolescentes usar sus derechos democráticos obligándoles a vivir con las consecuencias del cambio climático.
Afortunadamente, ellos lo ven de manera diferente. Los huelguistas climáticos entienden que su futuro está siendo manejado por políticos que pueden tomarse con absoluta calma las decisiones sobre este tema tan de primer nivel. Porque es probable que mueran antes de que el barco esté realmente encallado. En ese sentido, es una muy buena idea que los adolescentes reclamen la propiedad sobre ese futuro y usen todos los derechos fundamentales que tienen. Argumentaría a favor de darles aún más derechos. Derechos de voto, por ejemplo.
Esta no es una idea tan extraña. En el podcast escuchable Talking Politics, el politólogo David Runciman explica que el sistema democrático actual está estructuralmente diseñado en clara discriminación para los jóvenes. Debido al envejecimiento de la población y al hecho de que no hay un límite superior para la edad de votar, hay muchos más votantes viejos que jóvenes. Y eso que los jóvenes tienen que vivir con las consecuencias de las decisiones de unos políticos que no tienen en cuenta sus demandas.
¿Alguien se ha preguntado el porqué de la gran afición juvenil a Instagram?. Sencillamente porque ese foro sí los representa, a diferencia de los parlamentos tradicionales. Esta es la razón por la cual, Runciman propone corregir este desequilibrio injusto mediante la introducción del derecho a voto para los adolescentes.
Este posible Derecho a voto podría, incluso, introducir una nueva era de claridad y mejora en la toma de decisiones. El historiador Maartje Janse tuiteó sobre por qué las personas a menudo niegan que haya un problema como el cambio climático. Si se reconoce que algo está mal, debe admitirse que algo se hizo mal y tomar medidas para corregir esa disfunción, lo cual es siempre complicado en el mundo de los adultos.
Creo que los adolescentes no se sienten culpables del problema que han creado los adultos, pero se sienten herederos críticos de lo que padecen. Por eso se pueden enfrentar a la situación de una manera transparente y exigir acciones urgentes, sin ninguna carga de culpa. Sería refrescante y, en el mejor de los casos, revolucionario, si los políticos se vieran obligados a formular sus promesas y planes, de tal manera, que incluso un estudiante de primaria pudiera comprenderlos. De esta manera, acercaríamos el mensaje a un porcentaje grandísimo de ciudadanos adolescentes. Ellos se comunican a nivel planetario sin restricciones Sencillamente porque son libres.
Como dice un viejo proverbio indio “No heredamos la tierra de nuestros padres, sino que la tomamos prestada de nuestros hijos”. Vivimos en su planeta, se trata de su futuro. Ellos son nuestra esperanza. Muestran que quieren ser escuchados. Permitámosles votar. Para empezar, a todos aquellos que tengan dieciséis años.
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(*) Director de Drylock Technologies.
