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Pablo Martín Cantalejo – Conservar lo típico y tradicional

por Redacción
25 de febrero de 2020
en Opinion, Tribuna
PABLO MARTIN CANTALEJO web
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Todas las naciones, creo que sin excepción e incluyendo razas y etnias, alardean de conservar ancestrales tradiciones, costumbre e incluso leyendas. Y el pueblo, las gentes, por lo general se afanan en conservar estos hitos de ayer y ponerles en práctica alguna vez al año.

De esa tradición les viene a todas las localidades segovianas el deseo de manifestar y exponer las herencias de sus mayores, y para ello se aplican en ofrecer todo lo mejor de su folclore, término en el que incluye todo tipo de manifestación profana e incluso religiosa, porque también la religión, las creencias en la divinidad, forman parte importante de la cultura del pueblo.

He aquí, pues, que felizmente y al paso de los años, con mayor o menor lentitud, una tradición cultural, religiosa y folclórica, que también esta tiene de todo un poco, como es la fiesta de las Alcaldesas y Aguederas de Zamarramala, se ha ido derramando, extendiendo, por los barrios de la ciudad y por un buen número de localidades de la provincia, donde las mujeres celebran el gran día de Santa Águeda recuperando los antiguos y muchos de ellos maravillosos manteos tradicionales de nuestra tierra. Fue el profesor y promotor de numerosas actividades culturales y folclóricas en la provincia Jaime Alpens Gasparini quien reactivó la fiesta de las zamarriegas, de la que publicamos un especial en este periódico, en el suplemento “Fin de Semana” del 6 de febrero de 1982, narrando la historia y origen de la fiesta, de cuyo relato fue autor el entonces párroco Juan Pablo Martín Nieva. Junto a los antecedentes históricos y legendarios, echaba mano de textos de José María Avrial y Flores publicados en 1839 describiendo minuciosamente el traje típico de la mujer segoviana. Un completo documento sobre la fiesta que en la hemeroteca puede consultarse para una más amplia información.

Así, pues, el ejemplo de las zamarriegas está siendo seguido, como decimos, por centenares de mujeres segovianas empeñadas en resucitar y mantener una fiesta como ésta, que en alguna determinada localidad también se celebraba ya desde antaño, aunque de forma más intima y familiar. Ahora, todas las alcaldesas y aguederas de la ciudad y de los pueblos se enorgullecen de airear al máximo su fiesta, para lo que ya hoy cuentan también con la buena disposición de los diferentes medios de comunicación de los que hoy podemos valernos.

Y, lo que son las cosas, porque una celebración puede traernos recuerdos de antaño. Por ejemplo, escribir sobre esta fiesta tan típica y sobre el protagonismo que en ella tiene el traje femenino y sus danzas populares, me viene a la memoria aquella realmente histórica “aventura” que en los años 1948 y 1950 llevaron a cabo los entonces llamados Coros y Danzas de la Sección Femenina por tierras de Hispanoamérica. Hubo también, en la segunda expedición, participación segoviana, y de ella aún pueden hablarnos algunas de las “chicas” que entonces participaron en la gran difusión de nuestro folclore por aquellas tierras.

Rafael García Serrano, un destacado escritor de entonces, en su libro “Bailando hasta la Cruz del Sur” recoge, en sus más de 500 páginas, una auténtica crónica del día al día de los viajes, en los que participó. Y en uno de los capítulos tiene una referencia muy expresa a los dulzaineros segovianos, cuando escribe: “Los dos de Segovia eran hermanos. Mariano Sal Romualdo, de una formalidad castellana, entera, ejemplar, tocaba la gaita, y Silverín, el tambor. Mariano había estado en Londres con su grupo. Silverín era un rapaz tímido en las primeras semanas; después se convirtió en su muchacho lanzado a la mundanidad”.

Conclusión: Que una fiesta tan típica y ancestral como esta de Zamarramala, declarada de Interés Turístico Nacional, debe ser protegida y mantenida no solo por las mujeres que la protagonizan, sino también por los organismos y entidades responsables de conservar nuestras tradiciones. Protección que debe dirigirse también a la fiesta similar que se celebra en los barrios de la ciudad y demás localidades de la provincia.

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