Como en cualquier caso de escándalo de una persona conocida, los datos sobre su vida privada se hacen públicos con gran rapidez. Y así sucede con el proceso por el que pasa el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, acusado de abusos sexuales e intento de violación y que, tras ser detenido el pasado sábado, fue puesto ayer en libertad bajo fianza de un millón de dólares (algo más de 700.000 euros).
Poco importaba hasta hace una semana la vida sexual del político francés, pero su arresto tras ser denunciado por una empleada del hotel donde se alojaba en Nueva York, ha destapado sus hábitos de mujeriego y, sobre todo, sus líos de faldas, así como sus infidelidades.
Según se pudo conocer ayer, el socialista galo era un cliente asiduo de una agencia de prostitutas de lujo en la ciudad de los rascacielos, un vicio que compartía con Eliot Spitzer, antiguo gobernador de Nueva York, que dimitió tras contratar los servicios de una meretriz y que permanece en prisión por esta vinculación.
Kristin Davis, conocida como la madame de Manhattan, explicó al periódico británico Daily Telegraph, que Strauss-Kahn solicitaba asiduamente sus servicios y que era «un tipo agresivo y llegó a forzar a una de mis chicas». Ante las posibles críticas por desvelar el nombre de un usuario, un dato que debe mantener con privacidad, Davis remarcó: «Cuando los hombres abusan de las mujeres, no suelo proteger su identidad».
Así, la proxeneta detalló que el francés contactó con ella en 2006 y le pidió que le mandara una chica de compañía. La elegida fue una brasileña por la que pagó más de 2.000 dólares y estuvo con él cerca de dos horas. Al terminar, la joven se quejó del comportamiento agresivo del hombre y, según Davis, «dijo que no quería volver a verle nunca más».
La madame también desveló el prototipo de amante del ex jefe del FMI: «Le gusta la típica chica americana, con una cara fresca, del medioeste».
Por otro lado, otra de las mujeres vinculadas con Strauss-Kahn, la periodista y escritora francesa Tristane Banon, que denunció un intento de agresión sexual por parte del socialista, aseguró ayer que no presentará por el momento denuncia alguna contra el acusado.
«No queremos ser instrumentalizados por la Justicia estadounidense ni participaremos en una condena mediática», incidió.
El economista galo vivirá todas las nuevas informaciones que aparezcan sobre su vida privada desde una nueva situación de la libertad, que consiguió ayer tras pasar casi una semana recluido en la prisión de la isla Rikers, en Nueva York.
Después de que el juez diese el visto bueno a las demandas de sus abogados y fijase su fianza en un millón de dólares, el francés permanecerá ahora recluido bajo arresto domiciliario, en un hotel de lujo de la gran manzana, donde deberá permanecer hasta que vuelva a un tribunal, el próximo 6 de junio, cuando se le leerá la acusación. Strauss-Kahn se enfrenta a 25 años de prisión y su juicio podría comenzar en un plazo de medio año.
Mientras, ayer también se hizo pública la pensión de jubilación que recibirá el socialista galo después de que dimitiera el pasado jueves de su cargo. A partir de ahora, el economista percibirá un sueldo vitalicio de entre 250.000 y 320.00 dólares al año (entre 175.000 y 225.000 euros).
Además, recibirá tras su salida abrupta del organismo una indemnización de 250.000 dólares (unos 175.000 euros).
