Castilla y León, nuestra querida comunidad autónoma, con 94.224 km, es la región más grande de España, compuesta por nueve provincias y 2.408.000 habitantes, uno arriba uno abajo. En tiempos de la enciclopedia se la denominaba “Castilla la vieja”, y se me antoja que este nombre le va como anillo al dedo; la población más joven se nos va a otras comunidades o a otros países. Como consecuencia vemos, por un lado, cómo aumenta la media de edad de la población y, por otro lado, una paulatina despoblación de muchos de nuestros pueblos; no hay relevo generacional. Varias son las razones de esta emigración, y entre ellas están: la falta de oportunidades de trabajo, malas comunicaciones, falta de colegios, mala asistencia médica etc. Por poner un ejemplo, en Madrid, Valladolid o Barcelona, en 30 minutos tienes una ambulancia a la puerta de casa en caso de urgencia. En muchos de nuestros pueblos no hay ni médico a diario para mirarte un triste constipado. ¿Cómo quieren así retener a los jóvenes en sus lugares de origen? Cuéllar, que es un núcleo de población grande comparado con los pueblos de nuestro entorno, también acusa este envejecimiento provocado por la marcha de nuestros hijos a capitales de provincias. Y para más colmo tenemos que aguantar las quejas de otras comunidades autónomas que tienen mejores infraestructuras que nosotros.
