Juan Pablo II en sus catequesis, sugería que para entender la historia de la creación había que remitirse al principio, es decir al Génesis, allí encontraríamos la explicación a la creación de Dios al ser humano.
Cuando Dios crea al hombre, lo hace a su “imagen y semejanza”, y crea al hombre del “ barro” de la “tierra” con manos de alfarero, lo modula y lo crea con la palabra.
Pero el hombre al ser creado se encuentra solo, y Dios dice: “no es bueno que el hombre esté solo”, entonces lo duerme y con las manos, esta vez de un cirujano, de la costilla del hombre crea a la mujer, con una perfección absoluta, con un mimo especial.
Este acto de la creación de Dios, es el mayor acto de igualdad de toda la humanidad, al ser creados de un mismo “molde”, pero la mujer con el mimo, el cuidado y la precisión de un cirujano.
Cuando el hombre ve a la mujer dice: “esta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos” y su alegría y admiración hacia ella desborda cualquier sentimiento conocido. Por ello Dios les dice: “dejarás a tu padre y a tu madre y seréis una sola carne”, es decir se produce el primer cántico nupcial de la historia, de alguna manera está instituyendo el matrimonio, lo que se ha denominado el sacramento primordial.
Esta historia “real”, nos debe hacer reflexionar sobre lo que hoy está pasando. Un feminismo totalitario sin precedentes, en una guerra contra el hombre, con una constante manipulación de la verdad y una instigación desbordada.
El hombre y la mujer, deben ir de la mano, tanto uno como otro son esenciales para la perpetuación de la especie y ambos deben tener los mismos derechos y libertades.
En el pasado se han cometido muchos errores, pero no deben ser motivo para incentivar ahora el odio, la criminalización del hombre en muchos casos y la guerra civil de sexos.
Yo prefiero quedarme en ese principio, en esa magia de un amor mutuo entre ambos, con nuestras diferencias sí, pero desde el amor, desde la unión para toda la vida, así lo he vivido yo, con el ejemplo imborrable de mis abuelos, que después de toda una vida juntos, les veía agarrados de la mano en el sofá de su casa viendo la televisión.
Este es para mí el gesto imborrable que permanece en mi interior, y del que forma parte la historia de nuestra evolución, desde “el principio” hasta nuestros días.
Por eso prefiero pensar en la unión, más que en la desunión y el enfrentamiento. Llámenme cursi, romántico, nostálgico o tradicional, pero creo que es la clave para la felicidad, la mirada desde el amor hacia al otro.
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(*) Diputado nacional de VOX por Segovia.
