En la actualidad escuchamos frecuentemente las palabras cambio climático, desarrollo sostenible y otras similares, que se usan para definir situaciones generalmente relacionadas con la antropización del medio ambiente. Que el planeta está inmerso en un cambio climático o sufriendo modificaciones de las condiciones medioambientales a nivel global, es una realidad bastante asentada, así como que la acción del hombre ha sido una de las principales causas del mismo. Si se analiza la evolución de los niveles de CO2 en la atmósfera y el aumento de la temperatura a nivel mundial, se puede observar como las líneas de evolución son prácticamente idénticas.
Es absolutamente necesario que todos los países generen políticas medio-ambientales comunes para luchar contra el cambio climático, y que el protocolo de Kioto sea refrendado por el 100 % de la humanidad, puesto que el planeta Tierra es nuestro lugar de residencia común.
Uno de los principales recursos que a nivel planetario se ha visto alterado por estos cambios ha sido el agua dulce, elemento fundamental para la vida, y que aproximadamente un tercio de la población mundial tiene verdaderos problemas para disponer y gestionar el mismo de una manera racional y sostenible. Por ello, la gestión de los recursos hídricos es fundamental para el desarrollo de una sociedad moderna, para no poner en riesgo a generaciones venideras, debiendo ser sostenible social y medioambientalmente.
En España, se entiende la cultura del agua de distinta manera según la región en la que nos encontremos, o así lo he percibido en mis viajes por ella. Cuando es un entorno semiárido como el Sureste español, se tiene una concepción distinta de la encontrada en zonas de serranías castellanas, y a su vez distinta a la que se tiene en el Norte español con una orografía montañosa generalmente. Por ello, la planificación hidrológica de un país tiene gran relevancia, pues definirá en muchos casos las posibilidades de desarrollo socioeconómico y repercusiones medioambientales de una región. Actualmente se está empezando a implementar la economía circular ligada al desarrollo sostenible, como estrategia para gestionar mejor los recursos finitos.
Generalmente los habitantes del Sureste español, ven en una masa de agua un posible generador de desarrollo sostenible, siempre que sea respetuoso con el entorno y que guarde un equilibrio socioeconómico y medioambiental adecuado. Algunos castellanos, la ven como una maldición que traerá la ruina y el desastre a su pueblo o entorno, sin entrar a analizar ese equilibrio comentado anteriormente. Y otros norteños, donde tienen orografía montañosa en gran parte de sus provincias, piensan que tener masas de agua superficiales entre sus montes y bosques, genera sinergias socioeconómicas y medioambientales positivas, siempre que guarden un equilibrio adecuado. Los extremos nunca son buenos; por ello, hay ocasiones en que no queda más remedio que elegir la opción menos mala, si no existe una solución óptima. Baste recordar a países como Suiza, Austria o Alemania: sobre todo en cabecera de sus ríos, existen gran cantidad de masas de agua superficiales ubicadas en parajes con vegetación.
Las alteraciones que está produciendo el cambio climático en el ciclo del agua está provocando que haya que replantearse realizar actuaciones que hace años no estaban en nuestro pensamiento, sobre todo en la planificación hidrológica. Toda masa de agua superficial nueva o modificada, así como la explotación de masas de agua subterránea, tienen repercusiones de futuro socioeconómicas y medioambientales que hay que evaluar bien para que sean positivas y sostenibles.
Por eso, en el equilibrio está el éxito a largo plazo. Tenemos ejemplos en España de obras hidráulicas que se han quedado obsoletas en pocos años, que han generado problemas de funcionamiento desde su inicio o que han sido soluciones de inversiones faraónicas, con gestiones antieconómicas. Nunca es fácil ni sencillo llegar a ese equilibrio, pero es necesario ajustarlo lo más posible.
Este año 2020, la ONU ha establecido como lema para la celebración del Día Mundial del Agua, la frase “El cambio climático en el mundo”, y como todos los años Asiama celebrará este evento el 19 de Marzo en colaboración con la Universidad de Valladolid, en su Campus María Zambrano de Segovia. La concienciación de toda la sociedad sobre temas como el cambio climático, el desarrollo sostenible y la gestión responsable de los recursos hídricos, es una tarea de todos y cada uno de nosotros, pues sin esa fuerza común de toda la humanidad en su conjunto, será muy complicado conseguirlo.