Déjame que te cuente. Las primeras olimpiadas, aquellas en las que todo era novedoso, ocurrían cosas que observadas con las lentes de aumento de ahora, seguro, no se verían bien. Les cuento.
Por situar al lector. Año 720 a.C. Se desarrolla la primera prueba de resistencia conocida como El Dólico. Los participantes de la misma que destacaban era los heraldos y mensajeros. Ellos acostumbraban a correr grandes distancias a pie. La condición física de los de Esparta (espartanos), fruto de un duro entrenamiento, les llevaba a ser favoritos en cuantas carreras intervenían.
El primer ganador de esta prueba fue Akanthos. Corredor de unas condiciones físicas ‘espectaculares’, según he podido leer en la prensa rosa de entonces. Con el fin de amenizar estas líneas, les traigo aquí un hecho curioso que tuvo como protagonista a otro de los atletas participantes, de nombre difícil de pronunciar: Orrhippos. Cuando este ‘circulaba’ muy fuerte a mitad de la prueba –aclaro, estas carreras se corrían individualmente y dentro del estadio-, a Orr… se le cayó la ‘perizoma’ (paño de pureza) que le cubría el sexo.
La carrera no estaba como para parar por cuestión de ‘tapadera’ más o menos, por lo que el referido continuó corriendo tal y como, hijo de su madre que era, esta le había puesto en el mundo. Dado que no había corredor donde taparse, continuó así hasta el final donde estaban los jueces.
¡Sorpresa! Los atletas espartanos que corrían a continuación, y que habían observado los movimientos pendulares (piernas, brazos…), tomaron la decisión de correr también desnudos. Al parecer, eso cuenta la historia, los referidos atletas observaron que desde el momento que Orr… se quedó sin na por arriba; sin na por abajo, corría mucho mejor. Y cuando se trata de ganar, incluso la ropa pesa. Pa qué más.
Cierto es que si no nos han llegado fotos de aquel desnudo integral se debe a que los jueces no utilizaron la foto ‘fitnes’, pues estaba en período de prueba. O así.
