La Gimnástica Segoviana cayó por 2-1 en el ´Clásico de Castilla’, en un partido en el que se dejó la emoción para el final. Dos tantos del local Manu Moreira animaron la segunda parte y obligó al conjunto azulgrana a dar un paso al frente para buscar el empate. El capitán Manu acortó distancias, pero la falta de tino durante todo el partido hizo que los segovianos se quedaran sin puntos. De esta manera, perdió una oportunidad de asaltar la segunda posición después de la derrota sabatina del Burgos Promesas 2000 en Astorga.
El jaleo en las gradas se llevó la atención en el primer cuarto de hora en el que sobre el césped pasó más bien poco. Tanteándose ambos equipos, sin contemplaciones en los duelos, pero con poco juego y ni atisbo de ocasiones. El juego local orbitaba sobre Peli, pero no conectaba con Rubo y no daba juego a Moreira ni a Javi de Mesa, inédito en los primeros minutos. La Segoviana, con tranquilidad en defensa.
Las interrupciones constantes en el juego impedían fluidez en los dos equipos, más preocupados de no perder posiciones defensivas que de mirar al área contraria. Es cierto que el campo, demasiado irregular, no ayudaba a que se pudiera ver algo potable, de ahí que fueran pasando los minutos y la atención estaba más en la grada.
Subió las líneas de presión la Segoviana, obligada a cambiar a Dani Arribas por Gómez en el 27 por lesión, y eso provocó el nerviosismo en los locales. Por momentos provocaron peligro con lanzamientos desde fuera del área de Rubén y Borrego, todos altos, por encima de la portería de Alberto.
No encontró manera positiva el Ávila de salir de la presión de la Segoviana. Ni Moreira ni De Mesa se ofrecían a los tres centrocampistas que no eran capaces de salvar al medio campo rival, y el primer tiempo concluyó con el juego inclinado hacia el área de Alberto, aunque para alivio de los abulenses la ofensiva visitante no inquietaba nada, salvo un disparo que Alberto, en dos tiempos, detuvo con acierto.
La segunda parte, más animada.
La segunda parte comenzó con una gran opción de la Gimnástica, que vio cómo Borrego estrellaba en el cuerpo de Alberto un mano a mano en el área chica. Una lástima. El dominio visitante se fue acrecentando con el paso de lo minutos en el arranque de la segunda parte, en la que los locales tardaron en pasar el medio del campo, y cuando lo hacía se perdía en individualidades.
Movió pieza desde el banquillo Jónathan Prado y en el 56 dio entrada a Mayorga por Sergio Rivera. Apostaba el técnico local por un perfil más ofensivo y por alguien capaz de conectar con los tres de arriba, que ni en balones largos eran capaces de entrar en juego.
Una diagonal de Borrego en el 61 que terminó con un lanzamiento cruzado volvió a poner el ‘uy’ en el sector segoviano de una grada que asistía expectante a un clásico que estaba dejando muy poco juego, pero mucha emoción. Y como suele pasar en estos partidos tan igualados, un error es determinante. Lo cometió el lateral Rubén, que dejó un despeje muerto al borde del área que Peli gestionó a la perfección. Controló bien y abrió a la derecha en donde no estaba cualquiera, sino Manu Moreira, que orientó el balón como mandan los cánones y de tiro raso entre las piernas de David anotaba el primero en el primer disparo del Ávila entre los tres palos.
El gol desató a los de Prado, que se comieron a la Segoviana en los minutos siguientes. La entrada de Mayorga dio el resultado que esperaba, la Segoviana se fue a por el empate y dejó huecos atrás que Rubo explotó muy bien para quedarse solo ante David y cuando el balón entraba un ex del Real Ávila, Rui, evitó el segundo casi sobre la raya de gol. Lo que nadie pudo evitar fue el segundo tanto de Moreira. Arrancó bordeando el fuera de juego, se escoró a la derecha y lanzó un tiro raso cruzado en el sitio exacto para salvar la estirada del portero segoviano y que el baló entrara ajustado al palo. Un gran gol que dejaba el partido muy de cara para los locales, que habían aprovechado su momento.
Con un cuarto de hora por delante, quedaban cosas por discutir, y más cuando Manu recortaba distancias tras una buena jugada del 18 por la banda, que acabó con un balón muerto en el punto de penaty que el centrocampista visitante no perdonó para dar un punto de incertidumbre a un partido que estaba teniendo de todo.
El Ávila se encomendó a Moreira, que firmó un segundo tiempo de fábula. Exhibió potencia y experiencia para darle al equipo en cada momento lo que necesitaba para llevarse los tres puntos en un final con mucha tensión en el campo y en las gradas, pero sin apuros para la portería local. Derrota por la mínima en un duelo de rivalidad que respondió al tópico de mal juego pero toda la emoción. Y por desgracia, con desenlace adverso.
