Dicen los estudiosos que hoy los gobiernos y el Estado van por distintos caminos que la sociedad. El Estado está formado por los tres poderes (judicial, parlamentario y gubernativo) a nivel nacional, autonómico y provincial, La sociedad se compone de todas las instituciones civiles: ongs, sindicatos, familias, escuelas, religiones, pandillas.
Pero el Estado necesita del aplauso de la sociedad civil para existir. Por ello, el Estado quiere dominar todo y para ello utiliza los medios de comunicación, las redes y el poder, es decir, todos los medios que tiene a su alcance para impulsar nuestras conversaciones diarias. Hoy, el Estado es un gran comerciante que fácilmente entra en empatía con sus clientes, los ciudadanos, para vender sus productos.
Entre las actuaciones que quieren imponer a la sociedad civil es la eutanasia. No quiere realmente que se cuide a las personas al final de la vida, con cuidados paliativos, con la cercanía de los familiares y amigos, ayudando a asumir la muerte como propia. El Estado quiere apropiarse también de la muerte de los ciudadanos.
En este sentido, el día de la lotería es también de la salud. Con independencia de lo que uno se consuele con el reintegro o que lamente lo que ha gastado, donde hoy ponemos todos nuestros ojos es en la salud. Junto con el dinero y el amor, la salud será uno de los deseos más urgentes para Reyes porque con la eutanasia desparece la salud, con el comercio el dinero cambia de manos y con el dominio se manipula el amor.
Y dentro del ámbito de la salud, el tema estrella del año que viene no serán las listas de espera, las escandalosamente injustas diferencias entre sistemas autonómicos de salud, la eficiencia en la gestión de los recursos o la calidad en la atención de los profesionales sanitarios. Será la eutanasia, porque el PSOE, Unidas Podemos, Compromis y la ensalada de siglas autonómico-cantonales quieren acelerar la tramitación parlamentaria de la proposición de Ley de Eutanasia.
Está en el acuerdo firmado por Sánchez e Iglesias el pasado 12 de noviembre. Como si la sociedad española lo estuviera pidiendo a gritos, como si hubiera un clamor popular en todas las calles y esquinas, estos líderes han interpretado que la preocupación prioritaria de sus votantes es esa: la eutanasia. Lectores ¿han pedido ustedes la eutanasia o más bien que se solucione el problema del paro, que no se fabriquen armas, que se cuide la naturaleza?
Luego se preguntarán por qué carecen de credibilidad, por qué determinadas asociaciones de profesionales no les proporcionan apoyos, por qué no conseguirán el apoyo mayoritario de la cámara y sobre todo, por qué reciben pitadas y silbidos en actos públicos. Son tan torpes que ni siquiera han leído las actas del Senado que trabajó el tema durante los años 1988-1989. Una comisión que acordó aparcar el tema de la eutanasia, porque atendiendo a los expertos, los investigadores y en general todos los agentes de la sociedad civil, es más importante el cuidado social y la atención paliativa.
En otro ejercicio más de torpeza política, si la propuesta de formar gobierno de Sánchez-Iglesias sigue en pie, Sánchez convertirá el 2020 en el año de la eutanasia. Aún hay tiempo para que la sociedad civil se movilice, la oposición política lea las memorias de sus propias instituciones ilustrándose culturalmente un poquito y, sobre todo, los ciudadanos abran los ojos ante la ideología que imponen.
Ninguna encuesta señala la eutanasia como urgente o prioritaria para la sociedad española y, sin embargo, el adanismo político de estos iletrados ignora argumentos tan sencillos como el de la pendiente resbaladiza. Allí donde se ha legislado este tema se inicia un camino difícil de parar, se incrementan aceleradamente las supuestas peticiones de muerte en personas dependientes que ya no tienen una gran autonomía y que dependen radicalmente de otras.
Se olvidan las políticas sociales y los cuidados paliativos, los temas olvidados de la política social. Sin contar el desprestigio de los profesionales sanitarios. Supondría la promoción de una cultura del abandono de la fragilidad y la vulnerabilidad que debilitaría los líquidos mimbres de nuestra sociedad. Otra muestra de imprudencia. Estos nuevos ricos no se preocupan de los débiles y los pobres.
