Titirimundi en Navidad, que en los últimos días ha contado con hasta seis representaciones de los “Cuentos pequeños” de la compañía peruana Hugo e Inés, concluirá con tres únicas representaciones de “Tékimoi”, a cargo de la compañía francesa La Puce a l’oreille, que podrán verse, nuevamente, en la Sala Caja Segovia.
El espectáculo, recomendado para niños a partir de tres años, se basa en el teatro de manos, con la ayuda de objetos, y podrá verse esta tarde y mañana a las seis de la tarde y el martes día 5, a las doce de la mañana, en la que es la primera presentación de esta compañía francesa en España.
Jean Luc Ronget, músico francés y miembro de distintas formaciones musicales (salsa, jazz, música étnica), es el director de esta peculiar compañía que en un principio se dedicó a la música para niños. En 1994 fundó La Puce a l’oreille, que durante diez años creó siete espectáculos con más de 1.500 representaciones a lo largo de toda Francia. Con montajes musicales llenos de sensibilidad y poesía (“Lulu Berlu, voyage autour de la percussion africaine”; “Bidouille”) recorrió África, llevando su humor y su talento a los niños más desafortunados.
En 2005 se embarcó en la creación de “Tékimoi”, y por primera vez el músico se convirtió en marionetista para dedicarse al teatro de manos y objetos. Como percusionista contaba con gran agilidad en sus dedos, así que pensó por qué no hacer un espectáculo con las manos si realmente estaban ‘hablando’ todo el tiempo. Quería crear un espectáculo para niños en tiempo récord, y entonces comenzó a observar en su casa cómo se movía su propio gato. Sus dedos empezaron a imitar su manera de andar, y tras el movimiento, la emoción estaba ahí. Así nació Tékimoi.
Alto, pero como una pequeña bestia con ojos redondos como canicas, el personaje Tékimoi se encuentra solo, es una pequeña pulga en el infinito de un bosque desconocido. La mano le anima, y desde el borde de sus dedos, le envía un beso. Tékimoi avanza, retrocede sobres sus pasos, duda y busca a tientas. Un último golpe de pulgar es suficiente para empujar a la pulguita delante de ella misma y de sus descubrimientos, porque tiene que afrontar los encuentros que pueblan su camino. A partir de aquí nuestro pequeño personaje atraviesa toda una gama de emociones, descubriendo esas sensaciones que llamamos sentimientos.
Maravilla de ternura y poesía, como un acto de magia, Téki está hecho con papel plegado, un lápiz, un poco de imaginación, música y silencio. Con una escenografía mínima, simple en la forma, universal en su contenido, Tékimoi (Premio Momix 2005) es una obra sin palabras pero con muchos dedos, dedos que dan vida a un personaje infinitamente divertido y atractivo que quiso estar en Titirimundi hace un año, en el festival de mayo, y que por razones de salud no pudo ser.
