A veces, a lo largo de mi viaje por la vida, escucho voces provenientes de la ingenuidad y leo descaradas opiniones escritas con tinta de calamar sobre eso de quedarse con hambre.
Reflexionando sin tratar de buscar culpables, el único responsable de tan horrible cuestión/afirmación, única y exclusivamente depende de uno mismo. En ese caso, solo hay que pedir un poquito más y eso que podría ser un problema, se transforma satisfactoriamente en una solución. Un hecho tan simple que habla muy mucho de quien grita y de quien trata de señala por señalar. Es ahora cuando llega el hipo de la realidad y evidentemente, si pides más, hay que gastarse más, pero no hagamos demagogia con ello.
Todo necio confunde valor y precio, decía Antonio Machado ante la evidencia y desconocimiento del valor real de las cosas convertido en un dicho y en un hecho que convivirá con nosotros mientras exista ley de oferta y demanda.
Si nos ponemos líneas rojas con hilo de bridar, cualquier día después de comulgar en Misa de Domingo, también vamos a ir al confesionario a quejarnos de que nos hemos quedado con hambre. ¿Juntarse el hambre con las ganas de comer?
Según la RAE, dícese de la gana y la necesidad de comer, apetito o deseo ardiente de algo, así como la escasez de alimentos básicos que causa carestía y miseria generalizada.
Las estadísticas realizadas durante los últimos años indican que estamos sobrealimentados y el ansia del consumismo condiciona perjudicialmente nuestros hábitos alimenticios y en consecuencia todos los demás. La obesidad se extiende de manera imparable y el radar de velocidad ya no detecta más calorías. Ha llegado la gran coalición entre velocidad y tocino como un meteorito de energía negativamente saturada.
Las franquicias de fast food crecen y se multiplican suflando de manera burbujeante, ¿siempre todo lo que sube, baja?
Dicho lo cual, no es sinónimo de comer mejor si no más y peor frente a la restauración tradicional, con la consiguiente desaparición de miles de empresas que han cuidado una dieta saludable durante los últimos tiempos. Hueco aprovechado de inmediato por el sondeo de franquicias para hacerse con la licencia vigente vistiendo y revistiendo de eslóganes artesanos y saludables, aunque lo que te lleves al cuerpo no corresponda con ello. ¿A caso hay hambre para tanto restaurante?
En cualquier caso, la vida es muy corta como para quedarse con las ganas y quizás ahí podamos encontrar la relación entre la saciedad del apetito y la satisfacción personal.
Ponderando agudeza e ingenio, siempre habrá alguien más listo que el hambre.
