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La Romería de El Henar

por Redacción
18 de septiembre de 2010
La imagen de la Virgen de El Henar

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En el lejano 1924 y coincidiendo con la llegada de los carmelitas para hacerse cargo del Santuario, el célebre literato y poeta P. Luis Llop, regaló a los lectores de una conocida revista con una crónica deliciosa de lo que fue la romería aquel año. A partir de entonces diversos escritores se han venido haciendo eco de esta romería, como manifiestan las hemerotecas.

Por nuestra parte en este suelto, vamos a referirnos a grandes rasgos, a la evolución de la Romería en la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días.

En los años cincuenta y siguientes la Romería era un verdadero caos. La víspera por la noche llegaban oleadas de peregrinos que pernoctaban en el templo hasta comenzar las misas, a las 6 de la mañana, y se celebraban ininterrupidamente. Las confesiones eran una verdadera tortura. Apenas podían entenderse confesor y penitente en la iglesia, siempre abarrotada y sin observar el recogimiento debido.

Las aglomeraciones entre los que entraban y salían eran insoportables. No había forma de poner orden y así hasta la misa mayor de las 11 a la que seguía la procesión en que el pueblo imponía su ley y marcaba el ritmo de los tiempos, en largas horas de duración, en danzas ante la Santa Imagen. La terminación de la procesión representaba un verdadero alivio. Los peregrinos se dispersaban por la pradera y sus alrededores para comer y comenzaba el viaje de regreso a sus lugares de origen en los medios entonces en uso, como el carro.

El panorama del día siguiente era desolador, propio de un país tercermundista y subdesarrollado. La suciedad, desperdicios de comida, etc, exigían jornadas y jornadas de trabajo agotador en labores de limpieza.

Con la instalación de potentes altavoces exteriores en los años 60 y las contínuas llamadas al orden se fue poco a poco ganando terreno en los días de aglomeración.

La restauración del Santuario, terminada en 1981, marcó un hito importantísimo, porque muchas de las obras en el exterior se realizaron en vistas a la Romería. Así, se mejoró el acceso al camarín de la Virgen en la parte trasera del Santuario, donde también se construyó un edificio amplio para cocheras y donde en la romería se instaló una oficina para atención a los peregrinos y visitantes en sus demandas y encargos.

Se fue también ganando la batalla de los puestos, de los feriantes… Desde la calzada inmediata al Santuario al paseo de la pradera, de allí a los campos de deportes y finalmente a terrenos del Ayuntamiento de Cuéllar, al que se transfirieron los derechos que tenían los religiosos, sin contraprestación de ningún tipo.

Se ganó también la batalla de las velas tradicionales que convertían el templo en una contínua humareda. Se sustituyeron las velas por lamparillas eléctricas.

La Romería hoy puede decirse que goza de buena organización y todo discurre con normalidad. Es verdad, que también los tiempos favorecen el desarrollo. Al disminuir los peregrinos que venían de noche el horario de misas se ha retrasado y se celebran a las 8, 10, 11. A las 12 se celebra la misa mayor en un altar portátil mirando a la pradera, donde puede seguirse a través de potentes altavoces por una multitud incontable, que pueden también comulgar en la misma.

En el recogimiento de la capilla penitencial, a cualquier hora pueden confesar los peregrinos. La procesión solemne la sigue marcando el pueblo, los danzantes; se suele prolongar varias horas. Concluye con la Salve multitudinaria en el pórtico del Santuario. Con este acto no termina la Romería y la afluencia de fieles en las misas de la tarde es grande.

Hay un hecho importante. La Guardia Civil vigila los accesos a los innumerables vehículos. Los que se acercan por la calzada de Cuéllar quedan aparcados en terrenos baldíos en los pinares, a cierta distancia de la pradera del Santuario. Los que se acercan desde Viloria, también se aparcan a cierta distancia en la parte de detrás del Santuario de ta manera que la hermosa pradera queda como lugar tranquilo, de reposo, y las familias comen y meriendan a la sombra del arbolado. En grandes contenedores facilitados por el Ayuntamiento cuellarano y situados en lugares estratégicos, los visitantes depositan todos los desperdicios y el espectáculo del día de después ha cambiado radicalmente y nadie diría que el día anterior se celebró una Romería multitudinaria.

Se instala también un destacamento de Protección Civil para posibles incidencias. Desde la sala de mandos y mediante potente megafonía se atiende también a las emergencias que puedan surgir. La Romería puede decirse que discurre con gran normalidad.

Los peregrinos pueden acceder a los sacramentos, a besar la medallita de la Virgen en el camarín, a dejar sus encargos de misas, darse de alta en e boletín del Santuario…

Los medios de la técnica moderna, pero también la experiencia e años y fracasos, han hecho que la Romería se haya normalizado mucho. Resta mucho por hacer y quedan otras conquistas pendientes, pero lo ya conseguido constituye un éxito notable y el cambio experimentado es sencillamente espectacular

(*)Carmelita y Cronista Oficial de la villa de Cuéllar

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