Normalmente, cuando hablamos de arte contemporáneo, solemos o queremos referirnos al arte que hoy se trabaja. Arte en todos los aspectos y niveles, bien sea pintura, escultura, incluso música y, si vamos más allá, también podrían incluirse algunos determinados estilos literarios.
Pero lo cierto es que en otras épocas se pudo emplear la misma expresión, porque es posible, por ejemplo, que los ciudadanos habitantes durante la Edad Media también podían utilizar “arte contemporáneo” para expresar los estilos de aquella etapa de la historia. Y lo mismo desde la más reciente llamada Edad Moderna.
Pero vamos a referirnos al decir arte contemporáneo, al de ahora, al periodo que podemos entender desde mediados del pasado siglo XIX hasta nuestros días. Partiendo de la base de que los estilos artísticos han ido cambiando constantemente y se han expresado de formas muy diversas, hoy el arte contemporáneo es, quizá, uno de los más debatidos, dado las notables variantes en que se viene moviendo, que originan opiniones muy contradictorias, porque las corrientes artísticas llegan a muy diversas motivaciones y contenidos.
Pero, aparte de esas opiniones muy dispares, lo cierto es que el arte siempre resulta un atractivo y, como escribía el poeta, filósofo y dramaturgo alemán Friedrich Schiller, en su obra “Cartas sobre la educación estética del hombre”: “En una obra de arte verdaderamente bella el contenido no es nada; la forma lo es todo”. Asimismo, hace pocos días, Maribel López, directora de ARCO, escribía: “Los proyectos que los artistas desarrollan son mucho más que objetos a la venta, son artefactos de comunicación ideas con forma”. Así, pues, dejemos libre interpretación de la persona ante cada obra de arte, y aquí, en Segovia, tenemos dos buenos ejemplos aglutinantes de este arte contemporáneo: El Museo “Esteban Vicente” y el Palacio de Quintanar.
El primero de ellos, el “Esteban Vicente”, acaba de acordar algo que no deja de ser importante de cara a su utilidad: la entrada va a ser gratuita. Y no es que el público aficionado a visitar museos se niegue a abonar una cantidad por la entrada, sino que de esta forma la atracción será mayor, y es seguro que muchas personas no muy interesadas por el arte actual, que aún no le hayan visitado, ahora lo verán más asequible y, asimismo, “más atractivo”, lo que les inducirá a recorrer sus varias salas.
Que luego sea positiva o no, eso ya es otro cantar. Pero seguro que más de uno se animará a repetir. Y máxime si el museo pone en marcha, como acaba de anunciarse también, una serie de actividades que pueden ser interesantes para determinados sectores. Sin olvidar esa otra novedad que va a incorporarse de reservar una sala para exposiciones protagonizadas por artistas segovianos.
El Consorcio del Museo responde así a la línea marcada por su titular cuando manifestó que no quería un mausoleo para sus obras. Estas, en la sala de exposición permanente, junto a las que se vayan sucediendo en las otras del museo, responderá a ese deseo.
En cuanto al Palacio de Quintanar, propiedad de la Junta de Castilla y León, las sucesivas muestras que en él se vienen presentando responden plenamente a su lema de “innovación, diseño y cultura”. Sus salones están ofreciendo “lo más avanzado” en estos momentos en cuestión de contenidos artísticos, que a muchos sorprenderá por su ingenio y a otros sorprenderá por considerar algunas de las muestras “extrañas” a su forma de ver el arte. Y recurro a unas expresiones que contiene el folleto informativo del Palacio al hacer referencia a la presentación, que en él se hizo semanas pasadas, del libro “Ser feliz…comiendo churros”, encaminado a crear la sonrisa para hacer felices a los demás “rodeados con chocolate, churros y cualquier cosa. Hazlo. Deja de pensar. La innovación pasa por la felicidad. No por el cerebro”.
