Todo Brasil debería estar pendiente del brillante juego de su selección en el Mundial de Sudáfrica, pero un desastre natural ha venido a empañar la felicidad deportiva del país latinoamericano. Al menos 41 personas han muerto y 607 continúan desaparecidas como consecuencia de las fuertes lluvias que castigan desde la semana pasada a los estados del nordeste, los más pobres de la nación, según informaron ayer fuentes oficiales.
La situación más grave se presenta en el estado de Alagoas, en donde la Defensa Civil ha contabilizado hasta el momento 26 víctimas mortales y 607 desaparecidos por la crecida del río Mundau, que rompió una represa e inundó varios municipios.
En el vecino estado de Pernambuco se han confirmado 12 defunciones, entre ellas las de cinco personas de la misma familia, en su mayoría sepultados por los deslizamientos de tierras que se registraron en la ciudad de Recife en la madrugada del pasado viernes.
«El número de desaparecidos en el estado de Alagoas fue calculado a partir de los relatos de sobrevivientes y se refiere a personas que vivían en las áreas inundadas y que aún están aisladas», puntualizó un portavoz de la Defensa Civil regional.
La cifra de personas en paradero desconocido llegó a ser calculada en un millar por el gobernador de Alagoas, Teotonio Vilela Filho, tras la reunión que tuvo el lunes con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, para solicitar ayuda para los damnificados.
En la ciudad de Uniao dos Palmares, con cerca de 62.000 habitantes, 9.000 personas tuvieron que abandonar sus viviendas por la subida de las aguas del río Mundao y 500 aún no han sido localizadas por sus familiares. La Defensa Civil ha usado cinco helicópteros para rescatar aquellos que se quedaron atrapados por las lluvias en lugares aislados.
Según el último boletín de la Defensa Civil, las precipitaciones también dejaron a 73.828 personas sin vivienda y 1.141 heridos en 15 de los 26 municipios afectados, que se encuentran sin abastecimiento de agua y luz y que declararon estado de calamidad pública.
En Pernambuco, en cambio, con 53 ciudades perjudicadas por el aguacero, el número de vecinos desalojados permanece en 42.000.
Las Fuerzas Armadas, que ayudan desde el final de semana en las tareas de rescate con varios helicópteros, montaron dos hospitales de campaña en la región.
El Gobierno federal anunció el lunes la liberación inmediata de 25 millones de reales (unos 14 millones de dólares) para ayudar a los damnificados, en tanto que la Compañía Nacional de Abastecimiento envió 20.000 canastas básicas de alimentos.
«Necesitamos agua y luz»
La presidencia de la República informó de que Lula tenía previsto reunirse ayer con los ministros que integran el llamado gabinete de crisis para determinar la ayuda del Ejecutivo federal en los rescates y para los damnificados. Según el gobernador de Alagoas, lo más urgente es el envío de agua y alimentos, así como de técnicos que puedan restablecer el suministro de energía eléctrica.
Y mientras se prepara la ayuda, lo más inquietante es que los servicios de meteorología pronostican que, después de la pausa de las lluvias durante el domingo y el lunes, se preveían nuevas precipitaciones a partir de ayer y por espacio de varios días.
