Un grupo de observadores de la Liga Árabe visitó ayer por primera vez la ciudad siria de Homs, el bastión de la oposición más castigado por el régimen del presidente Bachar al Asad desde que comenzaron las protestas el pasado marzo.
Según los opositores, más de 70.000 personas salieron a recibir al equipo con una manifestación contra el régimen en esta localidad del centro del país, que cuenta con alrededor de un millón y medio de habitantes.
Como viene siendo habitual, Homs volvió a ser escenario de la represión de las protestas por parte de las fuerzas de seguridad, de los bombardeos del Ejército y la muerte de civiles, con 13 fallecidos en la zona de un total de 33 en todo el Estado, según los Comités de Coordinación Local.
Mientras, el Observatorio de los Derechos Humanos destacó que los carros de combate que están desplegados en el golpeado distrito de Bab Amro se ocultaron en varios centros gubernamentales.
Frente a estas acciones, el foco de atención lo acaparó la docena de observadores que, dirigidos por el jefe de la misión de la Liga Árabe, el sudanés Mohamed Ahmad Mustafa Dabi, visitó la ciudad para comprobar el cumplimiento de la iniciativa de solución a la crisis propuesta por la organización.
Dicho plan estipula, entre otros puntos, el cese de la violencia, el repliegue militar de las localidades y la liberación de los detenidos durante las manifestaciones.
El jefe de Operaciones de la misión, Adnan Isa al Jodeir, precisó que los observadores empezaron su labor en Homs, donde se entrevistaron con el gobernador, y deberán enviar informes regulares sobre la situación siria.
Se espera que éstos continúen en la localidad en los próximos días, aunque ese plazo está sujeto a evaluación, según apuntaron varias fuentes de la Liga Árabe.
Las condiciones de su visita fueron fijadas en el protocolo firmado el pasado 19 de diciembre, lo que implica que los observadores tendrán que moverse en coordinación con las autoridades.
Primeras críticas
En la práctica, esto ha generado críticas entre los habitantes de la ciudad y los opositores, descontentos porque los observadores se abstuvieron de entrar en los barrios más afectados para no tener, según confirmó el portavoz de los Comités Emad Hosary, ningún problema de seguridad.
Desde hace meses, el goteo de muertos es constante en Homs, así como las manifestaciones que piden la caída de Bachar al Asad.
La situación en la zona se ha deteriorado de tal forma que en noviembre pasado el Consejo Nacional, principal órgano de la oposición, solicitó a las Naciones Unidas que declarasen la ciudad como «zona de desastre» para permitir el envío de ayuda internacional.
Lejos de disminuir, la sangría continúa a diario y las últimas cifras del organismo dan cuenta de la muerte de más de 5.000 personas por la represión del régimen.
