Hace 14 años que esta cantalejana decidió crear su propia empresa junto a otras anteriores compañeras de trabajo. Y lo hicieron siguiendo los consejos de su anterior jefe. La plantilla ha ido creciendo y la integran 14 trabajadoras, todas ellas mujeres.
Si a algún municipio segoviano se le conoce por el carácter emprendedor de sus habitantes, ese es Cantalejo.
En esta ciudad briquera vivió y creció Fuencisla Matesanz hasta alcanzar la mayoría de edad. Allí tiene a casi toda su familia y a las amistades que conserva desde su infancia.
De aquella etapa infantil recuerda las excursiones al río el día de Santiago en el remolque de su padre, los corros de las vecinas cosiendo, los juegos entre amigos en la calle, los ensayos con el grupo de danzas, o la dureza de las tardes ayudando a sus padres en las labores del campo.
A los 18 años se trasladó a Madrid para estudiar Derecho, una opción que eligió «porque siempre me llamaron la atención las personas que luchan contra la injusticia». Con ese objetivo comenzó a trabajar como abogada en una empresa de otro segoviano, ya fallecido y natural de Valle de Tabladillo, Amós Fresnillo Poza. «Ahí me di cuenta de que una cosa es la teoría y otra muy distinta, la práctica en el mundo real», resume.
La adaptación de Fuencis a la vida en Madrid no la resultó sencilla en un principio. «Eso de salir a la calle, y no conocer ni saludar a nadie, me daba la sensación de aislamiento. Las prisas y carreras que lleva toda la gente en Madrid… me agobiaban. Total, que todos los fines de semana huía a Cantalejo», recuerda.
Las circunstancias la obligaron a plantearse su futuro profesional, pasando de ser trabajadora a empresaria. Su jefe falleció en un accidente de tráfico. Fue cuando se embarcó junto con otra cantalejana, Ana Vírseda, y una gallega Mari Luz Mourelo, para crear su propia asesoría, Consulting Soma.
Para bautizar la sociedad pensaron en su anterior jefe, y colocaron su nombre al revés. Nacía así Soma, con el apadrinamiento de los propios clientes, quienes las animaron a seguir con la actividad. “Nos propusimos dar vida a esta nueva empresa, con la impronta y filosofía que de este gran hombre aprendimos”. En este tiempo, su experiencia laboral ha transcurrido de forma paralela a las circunstancias económicas. Hoy, la empresa se ha convertido en una asesoría integral de empresas, que presta servicios de contabilidad, fiscalidad, laboral, asesoramiento jurídico, seguros…, todo lo que la mediana y pequeña empresa pueda necesitar.
El equipo humano de la empresa está integrado por 14 personas, todas mujeres y con una amplia trayectoria profesional, especializadas en las distintas áreas: abogadas, economistas, graduadas sociales y fiscalistas.
A lo largo de estos años han tenido que hacer frente a buenos y malos momentos. De estos últimos, esta mujer, que conserva el desparpajo y la nobleza típica segoviana, asegura que ha tratado de sacar las cosas positivas: «Aprender de los errores y superar los malos momentos ayuda a hacerse más fuerte». De los buenos recuerda la alegría que se llevó cuando la notificaron una sentencia del Tribunal Supremo que la daba la razón en un asunto que estuvo peleando. «Pero cuando más satisfacción sentí, no solo profesional, sino también personal, fue cuando estimaron la demanda de otro cliente muy humilde con el que se estaba cometiendo una tremenda injusticia y al que sólo le quedaban 150 euros en la cartilla». «Situaciones como ésta son las que más satisfacción te dan, y las que te convencen de la grandeza de una profesión», confiesa.
Es así como han llevado adelante su empresa, en la que el principio que ha imperado es el que las transmitió su anterior jefe. «El éxito profesional se consigue, como me decía Amós, cuidando al cliente con muchísimo cariño, tomando su asunto como si fuera tuyo propio; y tan importante es el cliente que tiene una gran empresa, como el pequeño tendero». «Los pilares básicos son la dedicación, el esfuerzo, el trabajo duro y la constancia», concluye.
