El Mallorca y el Real Madrid se jugarán esta noche, en un compromiso vital en el ONO Estadi, gran parte de sus opciones de cumplir sus respectivos objetivos.
En el caso de los locales, se trata de una meta, disputar la próxima edición de la Champions, que nadie en el club se planteaba en el inicio de la campaña. No obstante, la fantástica labor de la plantilla ha provocado que concluir en la cuarta plaza resulte probable.
En cuanto a los visitantes, quieren conquistar el título de Liga para que las decepciones sufridas ante el Alcorcón y el Olympique de Lyon queden como dos simples recuerdos lejanos.
A los blancos les está empezando a pesar la presión de firmar un segundo año sin títulos importantes. Lo demostraron el pasado domingo frente a Osasuna, cuando ofrecieron una actuación gris y solo desequilibraron la balanza en el minuto 89.
El gol postrero de Cristiano Ronaldo mantuvo las ilusiones ‘merengues’, aunque no impidió que hayan surgido dudas en relación a los de Manuel Pellegrini. De hecho, el propio héroe fue crítico con el rendimiento del grupo.
El vestuario asume que necesitará mejorar en comparación con su choque más reciente para superar a un complicado adversario.
Fue precisamente en una noche lluviosa en Mallorca cuando Florentino Pérez decidió terminar su primera etapa en el Madrid. En estos momentos, el equipo agota sus posibilidades de neutralizar una decepción rotunda.
Pellegrini introducirá un cambio obligado en la alineación, ya que deberá prescindir por sanción del brasileño Marcelo. Su baja implicará el regreso al centro de la defensa del argentino Ezequiel Garay, el paso de Sergio Ramos al lateral derecho y el de Álvaro Arbeloa al izquierdo.
La única duda que resolverá el técnico chileno a última hora será la presencia o no de Guti. El medio arrastra unas molestias en los isquiosurales, pero, a causa de la relevancia de la contienda, quizá arriesgue. Si no lo hace, la plaza la ocuparía Esteban Granero.
Después de ocho victorias consecutivas a domicilio, y de haber conseguido el récord histórico de triunfos en una Liga, 29, los jugadores califican el choque de hoy como una auténtica final, a la espera de la próxima jornada. En ella, el Barcelona acude a Sevilla, en una visita marcada en rojo en el calendario de la remontada.
Por su parte, el Mallorca de Gregorio Manzano no quiere que su sueño acabe. Hace ya tiempo que se convirtió en el equipo revelación del ejercicio, pero no se conforma con eso.
Los baleares apelarán a la magia de su campo, donde han ganado 14 partidos ligueros, y al apoyo masivo de su afición, que llenará las gradas, para lograr tres puntos de oro en sus aspiraciones.
La victoria (1-3) en San Mamés ante el Athletic de Bilbao ha dado alas al bloque, convencido, ahora sí, de que el milagro de acceder a la Champions ha dejado de ser una mera utopía, para convertirse en una ambiciosa realidad al alcance de la mano.
El cuadro bermellón, cuarto con 59 puntos, aventaja en dos al Sevilla a falta de tres jornadas, en las que se enfrentará al Real Madrid, al Deportivo de La Coruña y al Espanyol.
En el ONO Estadi únicamente se han impuesto el Sevilla (1-3) y el Barcelona (0-1); eso sí, en la última jornada como locales, los isleños no pasaron de la igualada contra el Málaga (1-1).
Los futbolistas y los miembros del cuerpo técnico han admitido que para derrotar al combinado de la capital de España será básica una alta concentración. Deberán reducir al mínimo los errores y aprovechar las ocasiones de gol.
En la entidad se persigue también un éxito que sirva como homenaje al ex presidente Miquel Dalmau, que falleció trágicamente hace escasas fechas.
Manzano podrá contar con todos sus efectivos a excepción de los lesionados Iván Ramis y Tuni. Resulta probable que el preparador repita el mismo once inicial que derrotó a los hombres de Joaquín Caparrós.
