Que la despoblación rural se ha convertido en una sangría preocupante para el asentamiento social de ese medio es bien palpable desde hace años, décadas digo. No de ahora sino de tiempo atrás que no han sabido remediarlo quienes tenían en su mano la solución de un problema que, lejos de aplicarle una terapia restauradora del abandono, lo han dejado avanzar hacia una situación endémica.
Aunque tampoco hasta esa exageración que algunos aplican con la muletilla de la “España vaciada” que no deja de ser un simple eufemismo de las modas que van y vienen con los tiempos. Tampoco es eso. Que se va despoblando poco a poco, sí. Mas hay que pensar en el remedio (aunque vaya siendo tarde) para recuperar lo perdido, las ausencias, o al menos la sangría que suponen esas renuncias a la tierra. Por eso digo que el medio rural necesita algo más que palabras y reuniones a todo pasto para hablar sobre el tema, sobre el que no se aplican soluciones. Sólo se ven -si acaso- intenciones de escaso calado.
Y dentro de ese preocupante marco de la despoblación rural cabe preguntarse las causas que lo justifican. Que no son pocas. Pero me parece que en el horizonte aparece algo tan importante y de imperiosa necesidad para el asentamiento como supone -en principio- el mantenimiento de aquello que se tiene. Me refiero a que en Segovia se ha descuidado muy mucho ese aspecto y se han dejado escapar infinidad de situaciones de progreso que por encima de la implantación de nuevas inversiones (de imperiosa necesidad para lo que nos ocupa) han conducido sin el menor rubor al cada vez más depauperado medio rural. Si en este sentido echáramos la vista atrás (tampoco hay que ir muy lejos) caeríamos en la cuenta de la indiferencia con que se ha contemplado hasta ahora esa desaparición de posibilidades. Por citar algunas habría que reseñar el traslado de la Academia de Policia de Aguilafuente a Avila; la anulación de la línea Segovia-Medina o la amputación de la mismísima línea directa Segovia-Madrid; la vergonzosa situación del Panorámico de La Losa; la venta de acciones de los principales socios del aeródromo de Fuentemilanos (Ayuntamiento, Diputación, Càmara y Caja) decidieron retirar su confianza y su dinero en lugar de fortalecer aquellas instalaciones reconvirtiéndola en una terminal de carga de Iberia, un gran centro de formación de pilotos,, un centro especializado en la revisión y mantenimiento de la aviación deportiva a ubicar allí al tener que salir del área de operaciones de Barajas en su día: o la actividad del Centro Integral Cárnico (con presencia de todas las firmas del sector); o el cierre de la Choricera; o el cierre de Femsa o la empresa Yazaki Monel,etc. Todo ello con cientos y cientos de trabajadores que se fueron al paro o renunciaron a una Segovia con escasas posibilidades de subsistencia. Sin renunciar a las posibilidades de reconversión de La Granja en Area de servicios y descongestión de Navacerrada. O potenciando y ayudando la labor de la prensa local como vehículo de información de los latidos, del pulso de aquellos habitantes olvidados y defraudados por la falta de recursos con que hacer frente a su permanencia en los pueblos. Que no sólo es la dulzaina y el tamboril. Todo ello de gran predicamento a la hora del desarrollo de esas zonas deprimidas, en la creación de puestos de trabajo y en el asentamiento de población rural.
Por otra parte, abundando en los ejes que propiciarían un freno a ese despoblamiento cabe pensar en que los pueblos necesitan hoy -más que nunca- de buenas comunicaciones (no sólo digitales sino de la dedicación a la agricultura y ganadería sostenible), trasporte público, instalaciones de hostelería apoyadas, pequeño comercio (como siempre existió), farmacias, médicos y centros de Salud, colegios,etc. que paliaran la agonía de esos núcleos rurales. No hablo ya de la implantación de puntos de funcionamiento industrial y turístico que pudieran retener al personal sino de apoyar también la dedicación de los jóvenes a la agricultura y la ganadería mediante la implantación de pequeños negocios o cooperativas. Y, si bien es verdad que muchas de estas aspiraciones de asentamiento y desarrollo han sido recogidas por los numerosisimos Estudios Prospectivos de la Economía segoviana (acuérdense de aquel famoso Cadmos o del Plan Estratégico de “Segópolis” a lo largo de muchos años, sólo sirvieron para gastar dinero a lo tonto y para quedarse como recuerdo de intenciones en un armario. Sin vida. Por que en Segovia nadie tuvo capacidad para poner en marcha aquellas ideas de los estudiosos.
Ahora, a lo más que llegan es a argumentar el eufemismo de que con la constitución de la Asociación de Empresarios Segovianos en el exterior, será muy posible (piensan ingenuamente) que alguno de ellos retornen a sus lugares de origen (el medio rural) para incentivar con sus inversiones el desarrollo y la repoblación que necesitan.
De momento ahí está el elocuente dato que se daba a conocer el otro día de que e sector hortícola del “Carracillo” ha tenido que acudir a Marruecos con una demanda de más de quinientos trabajadores cuyos puestos de trabajo no puede cubrir con aborígenes segovianos. ¿Cómo se explica esto?
Mientras, la Reina Leticia apoyaba en Burgo de Osma (Soria) la iniciativa de Hispania Nostra para que el toque de campanas manualmente sea declarado patrimonio inmaterial de la Humanidad por la Unesco.