Llegó el fin, un año más, del Festival de Narradores Orales en Segovia, que celebraba este año su XVII edición en el Patio de la Casa de Andrés Laguna. Entre el 11 y el 17 de julio siete relatores sacaron a relucir sus voces por entre los arcos del patio de la también llamada Casa de Abraham Seneor.
Cristina Verbena abrió la veda, quien también estuvo en el atrio de la Plaza de San Lorenzo para llevar sus historias al público. El más destacado y multitudinario fue Quico Cadaval, que se ha ganado un nombre en el mundo de los narradores. Ni un alfiler cabía en el Patio de la Casa de Andrés Laguna e hizo honor a su prestigio. El punto final lo puso Alonso Palacios el domingo 17, despidiendo los actos en la capital hasta el próximo curso.
A pesar de que las veladas fueron aclamadas por todos los allí presentes cada día, uno de los más satisfechos ha sido Ignacio Sanz, director del festival, que no hace más que mostrar orgullo al hablar sobre el evento.
Las impresiones de los actos de este año no son ni mejores ni peores que los de las otras temporadas, simplemente la acogida ha sido “de lleno absoluto” afirma Sanz. Aún así se lamenta por el poco espacio que poseen para realizar las jornadas: “Es una pena que el sitio se quede pequeño, porque escuchar a los narradores sin altavoz la verdad que es un honor”. Los narradores además no solo se han podido escuchar en un mismo sitio. Otros lugares de Segovia también pudieron gozar de sus voces en diferentes horarios, ofreciendo también las veladas a niños.
Ignacio Sanz ha querido recalcar que una narración no es un cuento: “Se ha hecho el festival también para niños en horarios mejores. Hay narraciones que no son para niños y se ha separado al público adulto del infantil, pero también es importante hacerles llegar a ellos las historias”. A su juicio hay veces que los narradores no cumplen todas las expectativas de los espectadores, pero según Ignacio Sanz “este año todos los autores lo han bordado, rozando casi el sobresaliente”. Destaca sobre todo el caso de Quico Cadaval que asiste cada año a petición de la organización.
La poesía también ha sido una de las grandes protagonistas del festival. Se dedicaron tres sesiones a la poesía narrativa en el Patio trasero de la Casa de Antonio Machado. No había lugar mejor para acoger la lírica. Los poetas invitados no solo muestran al público sus propias obras, sino que también le ponen voz a las de otros grandes poetas.
A la vez que se han realizado las veladas también ha celebrado la Feria del Libro, situada en la Avenida del Acueducto, pero sus actos nunca tienen conexión.
Sanz considera que “por desgracia la única conexión que tenemos es la lectura. La base está pero más allá no hay nexo. Ellos acaban sus actos y nosotros comenzamos los nuestros”.
Segovia tendrá que esperar un año a los próximos narradores, pero para los más fervientes seguidores El Espinar celebra un año más su propio festival a partir de mañana miércoles, más modesto pero con los mismos objetivos.
