Parecía el comienzo de un viejo chiste tonto, de esos de “están un inglés, un italiano, un polaco y un español y…” Pero no, el tema era serio. Se trataba de reflexionar sobre Europa en el último siglo, desde el inicio de la Primera Guerra Mundial a este verano salpicado de conflictos, de Gaza a Irak y de Siria a Ucrania, como el embajador de Reino Unido en España, Simon Manley, apuntó en la presentación del acto.
El Aula Magna de IE Universidad acogió el debate con cuatro periodistas de prestigio internacional: Giles Tremlett, corresponsal de The Economist en España; Guillermo Altares, de El País; Paolo Rumiz, columnista de Repubblica y Adam Michnik, director de la Gazeta Wyborcza, de Polonia. Moderó Ignacio Torreblanca, profesor, columnista y director en España del European Council on Foreign Relations.
En el fondo del debate cuestiones como ¿qué hemos aprendido de la Gran Guerra’ —y por extensión de los conflictos y tensiones del siglo pasado— y ¿es comparable en algún sentido la Europa actual a la del verano de 1914?
Putin y Ucrania
Michnik recordó que nadie sospechaba hace cien años que iba a desencadenarse un conflicto bélico de esas dimensiones y, aunque reconoció que el desenlace fue positivo para Polonia, que se desembarazó de dos imperios que la tenían sometida: el ruso y el austro-húngaro, alertó de la actual política “autocrática” del presidente ruso Vladimir Putin, apoyada en lo que calificó “debilidad e indecisión de la Unión Europea”.
Rumiz, que durante este año ha viajado por los escenarios que tuvieron protagonismo durante la Gran Guerra, comentó que volvió “más preocupado que antes” porque en cada estado se recuerda el conflicto de una manera: Si para Polonia fue una liberación del dominio extranjero, Hungría ve 1918 como la fecha terrible en la que se desgajó su territorio y en Austria y Alemania “no quieren recordar porque han gastado demasiada energía con la memoria histórica de la Segunda Guerra Mundial y están cansados de sentirse culpables”; en Francia “hacen siempre una lectura por el Arco del Triunfo” y en Inglaterra se lamentan de que en ese momento perdieron parte de su imperio. En su opinión “es necesario que Europa reflexione sobre sus escombros” pero en Bruselas, según él, hay una prohibición tácita de hablar de la Gran Guerra para evitar susceptibilidades.
Sí y no
El corresponsal de The Economist dijo que la actual no es una Europa comparable a la de 1914 porque ahora vivimos en un mundo globalizado, con una interrelación económica en la que rusos compran acciones de la gran empresa tecnológica china y alemanes las de las compañías de gas rusas, por ejemplo, de ahí que el coste enorme de cualquier guerra se percibiría “muy rápidamente”. Por otro lado, Tremlett sí aprecia “una pereza intelectual”. “Es como si creyéramos que hemos llegado al fin de la Historia y la democracia liberal ha vencido y no habrá más perturbaciones mundiales”. Sin embargo, añadió que el capitalismo no siempre va ligado a a los valores liberales democráticos, como se demuestra en China o Rusia, en su opinión.
Altares fue el más optimista de los participantes y confesó que se había convencido de que estamos mejor que antes tras la lectura del libro ‘Los mejores ángeles de nuestra naturaleza’, de Steven Pinker, que según él demuestra que el mundo es menos violento que hace 2.000 años pero también que hace veinte. En cualquier caso, hizo referencia a otro libro, ‘Sonámbulos’, de Christopher Clark, que analiza la Primera Guerra Mundial y sostiene que “lo más fácil era que la guerra no ocurriera”, de ahí la lección de que “incluso lo impensable puede ocurrir”, señaló Altares.