Ha transcurrido un siglo desde que la familia Klein llegó a Segovia con la finalidad de instalar aquí una de sus fábricas. A lo largo de ese tiempo proporcionó trabajo a cientos de mujeres y hombres de la ciudad. Cierto es que, consumido un largo periodo donde la competencia empresarial en la misma materia industrial no significaba ningún problema, llegaron los momentos difíciles y comenzaron los avatares.
Sin embargo, Klein no se fue de Segovia. Klein, convertida en S.A., mantiene viva la llama empresarial. Cambio de ubicación en un par de ocasiones; hubo dificultades muy serias, pero hoy todavía continúa su historia en Segovia desde su ubicación actual en el polígono “Nicomedes García”, en Valverde del Majano, ocupando una extensión de 42.000 m2, con éxito innegable en la fabricación de manguera de caucho, lo que supone mantener alrededor de 75 puestos de trabajo.
Les propongo un mínimo regreso al pasado. Las negociaciones entre Ayuntamiento, que en 1919 presidía Juan González Salamanca, y la empresa Klein con sede en Barcelona (1) habían comenzado un año antes. Hasta la ciudad se habían desplazado técnicos de la empresa, con la finalidad de encontrar al lugar de ubicación de la fábrica que pretendían tuviera sede en Segovia.
Encontraron el sitio en la zona de Chamberí. La parcela para cubrir las necesidades de la fábrica habría de tener entre 60 y 70 metros cuadrados. Se quedaron en 64.000. El Ayuntamiento no puso reparo —había mucha gente sin trabajo en la ciudad: la mendicidad se dejaba notar en las calles— y hubo acuerdo.
Este se concretó el jueves 27 de noviembre de 1919. El día anterior había llegado a Segovia Roberto Klein Ducrocq. Se alojó en el hotel Fornos, de la calle Infanta Isabel. Tras negociación en el Ayuntamiento con el fin de cerrar “flecos” y con la presencia del notario Ángel Arce, se culminó la negociación con la adquisición en firme de la parcela ya reseñada. En el acto, Roberto Klein entregó 9.600 pesetas. Precio total, a 0,15 céntimos el m2, aceptado por la empresa.
Las gestiones de construcción comenzaron con rapidez. Poco después (10-XII-1919) eran contratadas las obras. La empresa, Ezequiel Ramos Villareal, aparejador de obras y auxiliar del arquitecto municipal.
Mas, las cosas se iban a torcer por causa de los salarios. Les cuento. Solo habían transcurrido una semana del comienzo de las obras cuando los trabajadores “llamaron” a huelga. Petición:
—”No trabajaremos si la empresa no nos paga un mínimo de tres pesetas día a los peones y seis a los oficiales” (2).
La situación planteada llevó a contagio y varias obras de la ciudad se paralizaron. La situación se tornó en “alarma social” y el señor González Salamanca, alcalde, hizo de hombre bueno. Horas de negociación y acuerdo final. Volverían al trabajo porque las empresas aceptaron la petición y, concretando en Klein, el contratista llamó a 60 trabajadores más a la semana siguiente.
Pasito a pasito, así se describe la historia. La referida empresa llegó a tener en su plantilla un máximo de 217 trabajadores/as. El Ayuntamiento estuvo fino y sensible.
El Conde, el jardín y la mora
El Pardillo, periódico semanal segoviano, inició su corto caminar en la información en el año 1883 bajo la dirección de Luis Calderón Abril. De sus páginas, septiembre del referido año, entresacamos el siguiente texto:
“En la Plaza de San Andrés, hay un palacio, en el palacio un jardín y en el jardín un moral, que lleva sus ramas sobre las tapias y deja caer sus frutos sobre la acera de la Canonjía Vieja.
Por la referida acera pasa todo el que puede y quiere y el fruto de dicho árbol le pone la ropa al transeúnte manchada de moras.
Para evitar esto, ordénese al Conde de Puñonrostro, dueño de todo, que mande cortar las ramitas de ese antipático arbolito”.
Un mes después El Pardillo comentaba: “ni el Conde se dio por enterado, ni el Ayuntamiento actuó. Conclusión, aumenta el número de manchas”.
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(1) La sede central de la empresa se trasladó a Segovia en 1926.
(2) En la época referida, y hasta bien entrados los años 60, los sueldos se pagaban por semanas. Los “listeros” (empleados de la empresa) se desplazaban a las obras, donde los trabajadores firmaban en una lista y se les entregaba un sobre con el dinero.
