La última decisión de los rebeldes libios supone solo un tímido avance para la paz, pero es un primer paso, y es que la dirección de este grupo se mostró ayer dispuesta a observar un alto el fuego condicionado a ciertos aspectos, como que se levante el sitio al que están sometidas algunos centros urbanos por las fuerzas leales a Muamar al Gadafi, entre otros aspectos.
«Las tropas del régimen deben abandonar sus posiciones alrededor de las ciudades sitiadas y el bloqueo tiene que ser levantado», recalcó el presidente del Consejo Nacional Transitorio Interino, Mustafa Abdelyalil.
El dirigente opositor ofreció una rueda de prensa junto al enviado del secretario general de la ONU, el diplomático jordano Abdelilah al Jatib, que se presentó ayer en Bengasi después de haber visitado el jueves Trípoli.
Abdelyalil también aseveró que para que se cumpla ese alto el fuego el régimen del coronel «debe permitir libertad a la gente para que exprese sus puntos de vista».
«No puede haber un abandono de las armas mientras haya mercenarios y soldados en los tejados», agregó. La posibilidad de que se alcance este estatus de paz en Libia fue discutido entre los líderes de la rebelión del país con el enviado especial de la ONU, que previamente hizo unas consultas parecidas con las autoridades del Gobierno de Trípoli. Si no se cumplen las condiciones, «que la gente del centro y del occidente del país sepa que la revolución irá hacia ellos», apostilló el rebelde Abdelyalil.
El representante internacional, por su parte, determinó que, una vez conocidos los puntos de vista de las dos partes, trasladará sus conclusiones para ser estudiadas en la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
Además de la posibilidad de conseguir un alto el fuego, Al Jatib debatió el jueves con el Gobierno de Trípoli otros aspectos, como la protección de los civiles y que las agencias humanitarias puedan acceder a todas las áreas del país con el fin de cumplir su misión y que sean atendidas «las legítimas aspiraciones del pueblo libio».
Lucha sin cuartel
A pesar de que se intentaran dar tímidos pasos para dejar las armas, el régimen del coronel no perdió el tiempo y las fuerzas que lidera Gadafi atacaron ayer intensamente Misrata. En esta ciudad, las milicias gubernamentales saquearon los comercios y viviendas que estaban a su paso en el centro de la ciudad, uno de los principales focos de resistencia de los grupos opositores en el oeste del país, según informaron los rebeldes.
«Han utilizado carros de combate, lanzagranadas, morteros y otros tipos de proyectiles», declaró un opositor, de nombre Sami. «Hay un bombardeo indiscriminado y muy intenso», añadió ante la prensa internacional. «Ya no reconocemos el lugar, la destrucción es indescriptible», aseguró.
«Los soldados del dictador, que entraron en la ciudad por la calle de Trípoli, están saqueando el lugar y destruyendo todo lo que encuentran a su paso», prosiguió.
Mientras, las fuerzas no leales al régimen comenzaron a movilizarse hacia la ciudad de Brega, enclave petrolero retomado recientemente por las tropas gadafistas. Además, cavaron trincheras a lo largo de la carretera que lleva a Benghazi, donde está la sede de las autoridades alzadas.
Los antigubernamentales parecen haber consolidado sus posiciones en la ciudad de Ajdabiyah y a las afueras de este enclave las milicias insurgentes levantaron un control para impedir a los voluntarios civiles dirigirse hacia la zona de combates. «Solo se permite el paso de los que tengan armas pesadas. Los civiles desarmados no pueden avanzar», señaló uno de los milicianos apostados en el control, apoyado por un grupo de civiles.
